Cinco partidos en diecisiete días ha tenido que dirigir Pepe Mel desde que se hizo cargo del Deportivo. Entrenar y competir. Esa ha sido su rutina, sin apenas pausas para poder plasmar su sello futbolístico en el equipo. El tiempo justo para algunos matices, y poco más. El gran cambio, hasta ahora, ha sido psicológico, motivacional. Desde el primer día todos creen en él y a la vez han vuelto a creer en sí mismos. Un impulso anímico y de autoconfianza apoyado en buenos resultados, salvo por el lunar del pasado fin de semana frente al Celta. Tras el derbi llega el parón y el técnico quiere aprovecharlo para afianzar de una vez por todas su filosofía futbolística entre sus jugadores, adaptándola a las características de sus hombres pero al mismo tiempo dejándoles claro a qué quiere que juegue este Dépor. "Cuando llegó había muchos partidos seguidos, casi más que entrenamientos -recuerda Luisinho Correia-. Ahora, con este parón, sí que puede transmitir lo que él quiere".

Esa pretemporada exprés en plena primavera, con la Liga prácticamente en su recta final, está condicionada por varias ausencias, fundamentalmente las de los cuatro internacionales que están concentrados con sus selecciones: Emre Çolak (Turquía), Celso Borges (Costa Rica), Fayçal Fajr (Marruecos) y Gaël Kakuta (República Democrática del Congo). Además, Sidnei Rechel ultima su recuperación y hasta el lunes no volverá con el grupo, mientras que Alejandro Arribas y Carles Gil rebajaron ayer la intensidad, aunque su concurso en Mestalla el domingo de la próxima semana no corre peligro. Ilustres ausencias pese a las cuales Mel quiere aprovechar el paréntesis liguero para instalar nuevos automatismos tácticos que perduren para lo que resta de campaña. Sin el estrés competitivo de sus primeras semanas en A Coruña, es ahora cuando puede ensayar al detalle su libreto. "Lo está transmitiendo poco a poco y con este parón puede trabajarnos mejor en ese sentido", argumenta el lateral portugués, que se perderá la visita a Mestalla por sanción tras ver la quinta cartulina amarilla frente al Celta.

La base del objetivo, en Riazor

La plantilla pasa página tras la derrota en el derbi, dolida por el resultado pero convencida de que no afectará en el futuro inmediato. "No merecimos perder. Lo más justo quizá hubiese sido un empate. Por un pequeño desliz nuestro el Celta consiguió marcar pero no va a afectar en nada. Somos realistas y sabemos que hasta el final va a ser bastante duro. Quedan diez finales y somos conscientes de que tenemos que sacar esto adelante", resalta Luisinho. Según él, la salvación pasa fundamentalmente por lo que el Dépor sea capaz de hacer en Riazor. "En casa quedan partidos bastante importantes y tenemos que ganarlos. Ganando esos partidos nos puede llegar", vaticina el luso.

Valencia, en Mestalla, y Granada, en Riazor, serán los dos primeros rivales de un mes de abril frenético que marcará definitivamente la trayectoria del Dépor hacia un desenlace de Liga tranquilo o, como las dos últimas campañas, cargado de sufrimiento. "Si ganamos los dos partidos nos va a dar una tranquilidad bastante grande. No sería la salvación matemática pero sí tranquilidad para los siguientes encuentros", recalca Luisinho. Sabe lo mal que se pasa teniendo que esperar a la última jornada para salvarse, por lo que su deseo es completar un mes de abril positivo que permita cruzar la meta sin sobresaltos. "Cuanto más abajo estás, más difícil es salir y más ansiedad te entra", explica el lateral, dispuesto a "hacer los máximos puntos y no sufrir como en los últimos años".