Pepe Mel hizo un llamamiento a la afición en la previa del partido y esta contestó. Ni el miércoles impidió a 19.302 deportivistas acudir a su cita en Riazor. Como admitieron muchos técnicos y jugadores a lo largo de los años, el jugador número 12 del Deportivo es el más importante. Nunca falla. De nuevo los Riazor Blues desplegaron su pancarta en Maratón Inferior y los cánticos comenzaron. A los espectadores aún les costaba desconectar de la rutina y asimilar que tocaba animar mientras que los jugadores blanquiazules tampoco lograban engancharse.

Una atmósfera algo fría que empezó a calentarse en los últimos minutos de la primera mitad, cuando llegaron las ocasiones del Dépor. Aunque pocas eran claras. Parecía que el equipo no era consciente de la importancia del choque y muchos comentaban desde la grada las carencias de un Granada que no podía abandonar Riazor con premio. Para hacérselo saber a los pupilos de Mel, empezaron los gritos de "échale huevos" y "marca un gol". Todo el estadio se unió para empujar a un Deportivo algo perdido que se olvidó de ser el "martillo pilón" que pidió su entrenador. Aún tenía 45 minutos para convencer a su afición. Mejoró en la reanudación pero eso no era suficiente para los presentes. Necesitaban más, un gol como agradecimiento a su fidelidad.

6

La afición responde en el Dépor-Granada

Un premio que n logró en Valencia pero que podía conquistar en casa. Salió Bruno Gama como refuerzo y Carles Gil recibió aplausos cuando se sentó en el banquillo. Çolak, cada vez que se acercaba al córner, gesticulaba en busca de más gritos, más cánticos y una mayor presión para los andaluces. La arenga funcionó y Riazor se volcó y así llegó el lanzamiento de Juanfran desde lejos. Al Granada le costaba muchísimo y crear y los deportivistas lo notaban. Se la puso casi perfecta Andone a Marlos y ni con esas. El colombiano se marchó sin meterse a los blanquiazules en el bolsillo, pero les arrancó un aplauso.

El turno era para Ola John, otro que contaba con 16 minutos para convencer a los coruñeses. Ni unos ni otros, el que tuvo la gran oportunidad fue Borges desde el punto de penalti. Y falló. Ochoa salvó al Granada de caer por el abismo y el Dépor seguía jugando con fuego hasta el punto de que el empate servía a los aficionados, que reclamaban el final del partido. Noventa minutos que llegaron a su fin con una sonora pitada. El aviso de que queda poco y hay que seguir peleando. El sábado, una nueva batalla en Sevilla.