El Deportivo encajó siete goles en las dos últimas salidas, a Valencia y a Sevilla, clara muestra de la fragilidad en defensa del equipo coruñés. En Mestalla estuvieron Albentosa y Navarro con Juanfran y Sidnei; en el Pizjuán jugaron, además de los dos últimos, Arribas y Luisinho. Poco duró esa zaga porque a los doce minutos el lateral madrileño tuvo que dejar su plaza a Laure. Poco importan los nombres porque al final la sensación es la misma: fragilidad.

Y ya no es tanto por el número de goles que encaja el equipo blanquiazul, si no por las ocasiones que genera el adversario a causa de las facilidades de la zaga -también de la falta de apoyo de otras líneas- ante las embestidas de los atacantes contrarios. "Falta concentración", dijeron varios futbolistas ayer en el Pizjuán al término del partido. No vale esa excusa. Están diciendo que no son profesionales. Cada uno tiene que encarar su trabajo desde el primer instante sea cual sea su cometido. Pasa en todas partes menos en el Deportivo, por lo que se ve.

Los responsables teóricos de encajar tantos goles, de conceder tantas oportunidades, son los defensas, pero hay que acordarse de todos los demás, en especial de aquellos que juegan en el centro del campo. Los delanteros, los exteriores, tienen que ser los primeros defensores, allá arriba, en la parcela del rival. Si salen cómodos, llegarán cómodos al área blanquiazul. ¿Eso se trabaja? Los técnicos dicen que sí, pero también es cuestión de actitud y de mentalidad. Cuando uno se forma acostumbrado a ganar y a sufrir muy poco, dispone de unos conceptos defensivos muy rudimentarios. Sea defensa o atacante.

Esa educación también influye en la forma de afrontar ciertas jugadas, en especial aquellas que son a balón parado. Ayer Correa peinó un balón que llegó tras el saque de una falta lateral. El atacante sevillista se anticipó a Joselu, a pesar de la diferencia de estatura. El delantero blanquiazul estaba marcando por detrás, en vez de hacerlo de lado -entre el rematador y su portería-, lo que facilitó la labor del sevillista. En parte porque Joselu está acostumbrado a realizar el papel de Correa, a anticiparse para rematar, y no tanto a defender. Es lo clásico que se observa en una acción de este tipo, y es en lo que inciden los técnicos de la base. Si en una jugada de estrategia cabecea un defensa lo lógico es que el balón se marche alto, porque está acostumbrado a despejar -el balón hacia arriba-; un delantero tiene otra costumbre. Para defender, igual.