Un poco de acierto a portería y una mayor seguridad defensiva le bastaron al Deportivo ante el Málaga para allanar el camino de una permanencia que llenó de interrogantes durante las últimas semanas. Al conjunto de Pepe Mel le falta todavía el último esfuerzo para sellar la salvación, pero el sábado dio un salto que se presenta definitivo para continuar la temporada que viene en Primera División. Faltó brillo, también juego y durante demasiados minutos el equipo dio la misma sensación de pasividad que arrastraba de las cuatro jornadas anteriores, pero el resultado, por necesario e imprescindible, manda por encima de las sensaciones. Solo valía la victoria para los deportivistas, a pesar de que durante bastante tiempo coquetearon con la incertidumbre.

Otro inicio titubeante. Después de los discretos arranques de los partidos ante Granada y Sevilla, el equipo estaba sobreaviso. No sufrió en su área, pero tampoco inquietó la del Málaga. Afloraron las quejas desde los graderíos de Riazor, pero ni por esas el equipo dio el paso adelante que imponía la situación. Lo preveía incluso el Málaga de Míchel, que escogió blindarse con tres centrales, pero los deportivistas tan solo contabilizaron una oportunidad en la primera parte a través de un disparo de Carles Gil.

Más cambios en la alineación. El planteamiento de Pepe Mel tenía su reflejo en la alineación. El técnico deportivista decidió prescindir de Çolak y volvió a escoger a Joselu por delante de Andone. La propuesta se redujo así a los lanzamientos hacia el delantero de Silleda, sin que en la elaboración del juego participasen demasiado los centrocampistas. Los centros al área se convirtieron en el principal recurso ofensivo, pero no dieron sus frutos hasta el comienzo de la segunda mitad.

Puntería clave. Sin apenas ocasiones y con un despliegue discreto, el Deportivo consiguió adelantarse en el marcador nada más regresar del descanso. Un remate de cabeza de Joselu inclinó el partido a favor de los blanquiazules. Casi en la primera ocasión clara de la que dispuso, el conjunto de Mel consiguió adelantarse. Toda la puntería que le había faltado en los últimos cuatro compromisos la tuvo de golpe ante el Málaga, cuando más la necesitaba.

Seguridad defensiva. La mala dinámica en la que se había instalado el equipo antes del partido del sábado venía asociada a la debilidad defensiva que padeció en sus compromisos más recientes. Encajaba demasiados goles y daba demasiadas facilidades a los rivales como para pensar en solucionarlas con sus argumentos ofensivos. Ante el Málaga se mostró seguro: los laterales estuvieron profundos y atentos para frenar las llegadas de los andaluces, mientras que Arribas lideró a la defensa por delante de Sidnei. El madrileño asumió el papel de referencia incluso para sacar el balón dado el momento gris que atraviesa el brasileño. Solo el disparo al larguero de Camacho en el tramo final del encuentro inquietó a una defensa segura el sábado.

El patinazo de Joselu. A Joselu no le sentó bien su cambio en la segunda parte y a Riazor no le gustó ni su reacción ni su celebración del gol. Pepe Mel optó por templar los ánimos en espera de calibrar las consecuencias reales de su calentón en la banda. Titular por delante de Andone, el encuentro ante la Real dictará sentencia.