Después de los dos últimos partidos tan desastrosos -contra Real Sociedad y Madrid- el Deportivo ahora mismo da la sensación de no tener argumentos para ganarle a nadie, ni siquiera a Osasuna, ya descendido. Indolencia, brazos bajados, apatía... Imperdonable para un equipo que se está jugando la vida. Cualquier otro año más o menos normal sería carne de Segunda a estas alturas de la competición, pero sigue a flote gracias, única y exclusivamente, a que los tres de abajo son aún peores.

4 puntos de los últimos 21. Pese a haber sumado solo cuatro de los últimos 21 puntos en juego, el Dépor conserva una renta de siete sobre el descenso a falta de cuatro encuentros. Eso significa que, por primera vez, tiene la posibilidad de cerrar la salvación matemática esta misma jornada. Para ello debe ganar el domingo en Pamplona y que el Sporting pierda hoy en El Madrigal. Si los asturianos empatan y los coruñeses vencen la ventaja sería de nueve más golaverage, pero el Dépor aún no estaría definitivamente a salvo porque sería el perjudicado en caso de un hipotético triple empate con el Leganés.

Imagen pésima. No resultará nada fácil tumbar a Osasuna porque la goleada encajada el miércoles (2-6) deja muy tocado al equipo coruñés, más incluso por las formas que por el resultado en sí. Al Dépor le faltó de todo y no jugó a nada. Estuvo desconectado de principio a fin salvo durante el paréntesis de los diez minutos que transcurrieron desde el gol de Andone hasta el 1-3 de Lucas. El Madrid hizo seis pero pudo marcar muchos más. Pasó por encima del Deportivo, que no opuso ninguna resistencia y no fue capaz de ganar ni un solo balón dividido.

Otra desconexión inicial. Empezar mal los partidos se ha convertido en algo habitual para el equipo coruñés. En Anoeta casi marca Xabi Prieto en el primer minuto, justo lo que consiguió Morata el miércoles para abrir la goleada. El Dépor alfombró el camino hacia el 0-1, igual que en casi todos los demás goles blancos.

Superioridad insultante. Zidane hizo nueve cambios en la alineación con respecto al once que había presentado en el clásico la anterior jornada frente al Barça. Esa s egunda unidad demostró una superioridad insultante ante el Dépor, convertido en un juguete en manos del Madrid. No solo le faltó fútbol para reaccionar. También contundencia, carácter, intensidad y amor propio. Se dejó ir, como si el partido fuese un mero trámite.

Mal en ataque, peor en defensa. El equipo blanquiazul no supo a qué jugar y estuvo muy mal posicionado. No se atrevió a presionar arriba y tampoco se juntó atrás con orden y eficacia. Hubo demasiada distancia entre jugadores. En campo contrario la posesión no le duró nada al Deportivo, incapaz de dar más de dos pases seguidos. Y en defensa fue un auténtico flan, ofreciendo muchísimas facilidades para que el Madrid aprovechara su elevadísima calidad y velocidad con el balón. Los blanquiazules corrieron, pero sin sentido, siempre detrás de la pelota, y sin contundencia en las disputas.