El empresario valenciano Fernando Roig cumple estos días veinte años como presidente del Villarreal, entidad a la que llegó en mayo de 1997 al adquirir las acciones del anterior dueño del club, Pascual Font de Mora, con la idea de que el club continúe en su línea de crecimiento.

Tras casi cuatro décadas al frente de la entidad en diferentes etapas, Font de Mora llevó al equipo a Segunda y logró mantenerlo algunas temporadas, pero en la campaña 96-97 decidió que aquella debía ser la última y que la entidad debía buscar un nuevo inversor.

Con ello y desde el comienzo de aquella campaña, el consejero José Manuel Llaneza había trabajado para buscar una salida, que parecía encarrilada en una venta del club al grupo de Antena 3. Esa opción se truncó y Llaneza debió buscar una nueva. La posibilidad se encaminó hacia Fernando Roig, que estaba inmerso en el mundo del baloncesto en Valencia y deseaba entrar de lleno en el del fútbol.

En aquel momento, Fernando Roig, hermano del que había sido presidente del Valencia, Paco Roig, decidió apostar por un proyecto como el del Villarreal. Desde el principio, Roig aseguró que su idea era la de retornar a Vila-Real y a la provincia de Castellón lo que ésta ofrecía a las empresas que él tenía en municipios de la provincia. Por ello, Llaneza y Roig se sentaron a negociar a primeros del mes de mayo de 1997, con la idea de cerrar la venta.

Llaneza explicó que entonces solo mantuvieron un par de reuniones y que en la segunda ya hablaron del futuro y de todo lo que se podía hacer por el club.

El principio de acuerdo alcanzado se presentó públicamente el 15 de mayo en Vila-Real. Roig comparaba el club por 72 millones de pesetas (432.000 euros), aunque se daba una semana de tiempo para valorar la reacción de los aficionados antes de concretar definitivamente la operación.

De esta forma, el actual presidente del Villarreal se hizo con las riendas de la entidad y anunció un proyecto para buscar el ascenso a Primera en tres años, algo que, sin embargo, se produjo en el primero.

Este ascenso, según reconoció Roig, les hizo "más mal que bien", ya que el club no estaba preparado para subir y lo pagó con un descenso en el año de su debut en la elite.

Las primeras decisiones de Roig se centraron en la infraestructura del club. Apostó por remodelar El Madrigal, aumentar la masa social, que entonces era de 2.500 socios, y potenciar la cantera en torno a su proyecto estrella: la construcción de una ciudad deportiva que diera sustento al fútbol base.

Para el vicepresidente Llaneza, la llegada de Roig sirvió en principio para "salvar al equipo de una situación complicada", pero desde el primer día la idea fue la de "crecer y crecer". Así lo confirma el mismo Roig, quien reconoce que "la idea estaba clara, el potencial estaba y lo que faltaba era invertir en todo ello".

Tras el segundo ascenso, logrado un año después, el club apostó por hacer un equipo potente, lo que supuso la llegada de varios jugadores de primer nivel.

Así, se produjo el fichaje de jugadores como Juan Román Riquelme, Diego Cagna, Rodolfo Arruabarrena, Guillermo Amor, Víctor Fernández o Gica Craioveanu, sobre los que se sustentó el crecimiento del equipo.

A ello se sumaron dos nombres propios, uno el del entrenador chileno Manuel Pellegrini, y el otro el del fichaje que supuso un cambio en la mentalidad del club, el del goleador argentino Martín Palermo. La llegada del delantero fue un golpe de efecto que, se reconoce desde el club, puso al equipo en el mundo.

Tras estos veinte años, de los que diecisiete los ha pasado el Villarreal en Primera División, con un subcampeonato y casi siempre en puestos europeos, el club parece establecido en la zona alta del fútbol español y europeo, ya que acumula cuatro semifinales en Europa, tres de Liga Europa y una de Liga de Campeones