El Deportivo despidió ayer una temporada que, como las anteriores, se desarrolló sobre el alambre. Sin nada en disputa, con dos equipos que nada se jugaban excepto el orgullo, en una cita intrascendente con más interés por lo que sucediera en la grada que sobre el césped, el conjunto de Pepe Mel logró escalar una posición en la clasificación final para acabar el curso en decimosexta posición, una por encima del Leganés.

Son cinco puntos sobre el descenso, pocos si se atiende a las expectativas depositadas en la plantilla al comienzo del curso después de dos campañas consecutivas esquivando la pérdida de categoría en las jornadas finales. No ha sido diferente este año, así que llegar a la última fecha del calendario con los deberes hechos fue el mejor regalo para una afición deportivista al borde del hartazgo en este tramo final de la temporada.

El otro fue una victoria necesaria en Riazor para aliviar el sufrimiento de todo el curso y tratar de aplacar el enfrentamiento que se anunciaba después de una semana de reproches hacia la directiva y la plantilla por parte de algunos sectores de aficionados.

Los goles de Andone y Carles Gil sirvieron para que los aficionados que ayer estuvieron en Riazor (algo más de 21.000) pudieran despedirse con una mínima alegría que les permita pensar en un futuro más esperanzador, pero no ayudaron a paliar la división que se palpó en la grada tras las críticas de los Riazor Blues y la respuesta del resto de los aficionados.

El enfrentamiento no fue a más porque Andone consiguió embocar casi la primera que tuvieron los blanquiazules, a pesar de que amagó con avivar el incendio ya previsto en la grada con unos gestos que ayer más que nunca sobraban. El tanto del delantero rumano permitió al equipo soltarse y afrontar el encuentro sin nervios. Ayudó la actitud de la Unión Deportiva Las Palmas, desconectado desde hace ya jornadas de la competición y sin mucho interés en el encuentro que se disputó en Riazor. Otra vez Andone y después Carles Gil pondrían el partido cuesta abajo antes del descanso para confirmar una pequeña alegría.