Nélson Oliveira nunca cambiará. Muchos aficionados no olvidan su clase, pero sobre todo aquella celebración tras su gol ante el Espanyol en 2013 con el descenso en juego en la que se encaró y mandó callar a los aficionados del fondo de Marathón. Aquel día poco le importó el entorno, la situación y que algunos de sus compañeros lo intentasen calmar. Algo parecido ocurrió este sábado en la visita de su equipo, el Norwich, al campo del Fulham del también exdeportivista Slavisa Jokanovic.

Su técnico en el equipo en el que milita en la segunda inglesa, Daniel Farke, decidió dejarlo en el banquillo en el estreno del campeonato, a pesar de que fue el gran goleador del equipo la pasada temporada con doce tantos, y recurrió a él en el minuto 64 cuando caía 1-0. Cerca del minuto 90 el luso aprovechó un balón llovido desde la media para deshacerse de su marcador y el meta y hacer el 1-1 para el delirio de muchos aficionados visitantes que estaban en Craven Cottage. Nada más marcar viró su rumbo a la carrera, se quitó la camiseta y corrió hacia donde estaba su entrenador para, a escasos metros de él y en tono reivindicativo, señalar su nombre en el dorsal de la elástica. Farke quiso rebajar la tensión intentando darle un beso y Oliveira lo apartó para luego insistir en su gesto mientras sus compañeros lo alejaban de la escena. Quedan tres semanas con el mercado de abierto y este gesto quizás le pase factura en su futuro en el Norwich.