Goleó el Deportivo al Tenerife en su última prueba en el laboratorio de la pretemporada. Un resultado contundente que puede llevar al engaño, como sucedió con la dolorosa derrota de los blanquiazules en su visita al Porto. Todo mentira, ya que en este tipo de encuentros lo único bueno es lo que sale mal. Ni cuando caes de forma estruendosa ante un equipo superior eres tan malo; ni cuando superas claramente a un rival inferior eres tan bueno. Es la ley del fútbol, aunque sean partidos amistosos. Por eso, quizá, el vencedor del partido de ayer fuese el Tenerife, que supo plantar cara a los deportivistas a pesar de los goles.

El cuadro blanquiazul fue superior en todo momento al cuadro chicharrero, pero no por los goles, sino por la presencia sobre el césped. Los deportivistas mandaron en todo momento, en el aspecto físico y en el técnico, aunque no desarrollasen un juego vistoso; porque la propuesta que realizó Pepe Mel no tuvo ayer su reflejo. El técnico madrileño quiere el balón, que su equipo maneje la pelota, pero no basta con hacerlo del medio campo para atrás. Es necesario todo el terreno y la participación de todos los futbolistas. Suele solicitarse la presencia de un centrocampista para darle salida al esférico, cuando la realidad indica que todos son necesarios si no se quiere jugar al patadón -lo que se llama fútbol directo o, en otra denominación, fútbol en busca de segunda jugada-.

Por momentos se vio a un equipo con mucho control de la pelota hasta llegar a la línea de medios del adversario; pero también a un conjunto que tuvo que recurrir -o era la orden- a sacar el balón de zona propia con diagonales de los laterales o pelotas largas de los centrales. Querer tener la pelota es otra cosa. Cierto es que contar con dos goles de ventaja a la media hora afecta mucho en el comportamiento de los futbolistas en el juego por mucho que traten de mostrarse serios y responsables. El marcador influye en la respuesta global.

También afecta al planteamiento que pudiese diseñar el técnico, ya que al final lo que cuenta es ganar, o perder. Con una clara ventaja en el marcador ante un rival inferior, en la teoría y en la práctica, el Deportivo mató el partido en todos los sentidos. En la segunda parte no hubo nada. Una lección que tienen que repasar los deportivistas que en el último curso demostraron no dominar. Ayer, ante un adversario menor, dejaron muestras de ese otro fútbol, del que da puntos aunque no sea bello. Ese juego que en la pasada campaña no controlaron y les hizo sufrir casi hasta el final.

Da igual los nombres. El equipo de ayer no tendrá mucho que ver con el que iniciará la Liga. O sí. Lo cierto es que está lejos de ser la base, sobre todo teniendo en cuenta que el mercado no está cerrado y que tendrá que llegar un delantero más. En el caso de que Tino Fernández consiga recuperar a Lucas, el equipo será otro muy distinto. Pero para esto están los laboratorios, para hacer pruebas como la de ayer y la del mes pasado en Porto.