"Ser de los que ganan es muy fácil, ser del Deportivo nos parece mejor", una frase que suena en Riazor cada día de partido. No son solo palabras, porque el deportivismo demuestra cada año, cada día, que está presente, incluso está "un paso por delante del equipo", como dijeron diversos técnicos y futbolistas en los últimos tiempos, los más duros de la historia reciente del club. Ese cántico de los Riazor Blues no afecta en exclusiva a los integrantes de esta agrupación, se puede extrapolar a todo el aficionado blanquiazul cuya respuesta durante este verano permite a la entidad deportivista contar con 26.159 socios a 31 de agosto. Una cifra que lo convierte en el octavo equipo con mayor número de abonados del fútbol español. Una cifra próxima al total de abonados que el club registró en mayo pasado, al cierre de la campaña 2016-17, con 26.500 socios.

El deportivismo inició el nuevo siglo en lo más alto, con el título de Liga y, posteriormente, la segunda Copa del Rey -además de las dos Supercopas de España en las que intervino como campeón-; también fue la época más brillante de un equipo que se paseó por Europa y que se quedó sin el premio de la Liga de Campeones. A partir de 2005, con la retirada de Fran y Mauro Silva, el Deportivo bajó su nivel competitivo. Sólo se asomó a las competiciones continentales bajo las órdenes de Joaquín Caparrós -perdió la final de la Intertoto- para acabar metiéndose en la Copa de la UEFA con Miguel Ángel Lotina en el banquillo. A partir de ahí vino la debacle.

Fue Lotina el entrenador señalado por el primer descenso del equipo a Segunda tras haber pasado veinte años en la elite; aquellos 43 puntos fueron insuficientes. La sombra del Levante-Zaragoza fue muy larga, pero según los jueces se quedó en mera sombra. Un año en Segunda y vuelta para arriba. Un año arriba y de nuevo para abajo. Y otra vez tocó el ascenso a la primera. Después pasaron tres años en los que el equipo consiguió la permanencia sobre la bocina. Años de sufrimiento, incluso los dos de los ascensos, que no amilanaron al deportivismo. Lo muestran las imágenes de esos tiempos y los datos.

En la temporada 2013-14 el club contaba con 19.387 socios a 31 de agosto, con la Liga ya iniciada y una campaña de abonados que había comenzado en mayo anterior. Un año después, con el nuevo consejo de administración al frente y el equipo en primera la cifra en la misma fecha -final de agosto-, subió hasta los 22.675; el crecimiento continuó a 31 de agosto de 2015 con 24.197 abonados; en esa misma fecha en 2016 el club contaba con 25.033; y en ese 2017 son ya 26.159 los abonados del cuadro coruñés. Eso que la campaña empezó una vez iniciado julio. "El apoyo de la gente se nota siempre, incluso en la campaña de la ampliación de capital en la que participaron cerca de tres mil nuevos propietarios", dicen desde el club.

Ahora es el turno del equipo. Otra frase clásica que se escucha cada día en los últimos años. La afición está siempre por delante y ya es llegada la hora de estar, por lo menos, a la par. Tres años de sufrimiento para salvarse a última hora, más otros dos con sendos descensos -en medio los dos ascensos- parecen motivar a los seguidores que insisten en su apoyo al club y al equipo, aun en los momentos más difíciles. El octavo puesto en el palmaré de los clubes españoles es un dato interesante, porque por encima están los representantes de ciudades como Madrid (Madrid y Atlético), Barcelona (Barcelona), Sevilla (Betis y Sevilla), Bilbao (Athletic) y Valencia (Valencia).