A Riazor le dio tiempo a vivir todas las sensaciones posibles en apenas 90 minutos ante una Real Sociedad con un cuajo imponente. Alucinó, se cabreó, tuvo ilusión, empujó a su equipo, se volvió a enfadar y al final se fue cabeceando para casa tras quedarse helado con el gol de Llorente. Helado, dolido, preocupado. Caliente y frío. El Dépor emite unas señales discontinuas que le muestran en toda su humanidad y que a la vez casi le habilitan para una remontada. Tiene dinamita, calidad; se desconecta en el área propia, tiene tendencia a meterse atrás, a hacerse largo, a no controlar el medio del campo. El debate en la portería sigue abierto, Pepe Mel no es capaz de meterle mano a su equipo... Y, además, le sobró el principio y el final del duelo. Pocas luces entre las que destaca, sobre todo, Adrián. Lucas Pérez volvió, pero aún no es él. Se ha ganado esperarle.

El Dépor buscaba nueva vida. Desde el principio, desde el planteamiento. Mel dejaba en la grada a Emre Çolak, al único mediapunta natural que tiene sano ahora en la plantilla y se entregaba al 4-4-2. Es el esquema que le gusta y, con Adrián, Lucas y Andone en su plantilla, todos los caminos le llevan a reafirmar sus preferencias personales. El problema es que los planes en área contraria se desbarataron en unos segundos. El proyecto coruñés es modesto, pero tiene algunos de los males de los grandes. Cuatro minutos y dos goles en despistes imperdonables. Nada nuevo, una clásica siesta blanquiazul con protagonistas recurrentes sobre el césped. El primer gol llega tras sacar rápido una falta la Real y el segundo con un mal despeje y la falta de coberturas en la frontal. Sí, la calidad vasca hizo la diferencia, un equipo que quiere seguir en Primera no puede dar esas facilidades. 0-2.

Para cuando se quiso dar cuenta, ya llevaba encima dos sopapos y todas sus vergüenzas habían quedado al descubierto. Riazor no se lo tomó muy bien. Normal. No es la primera vez que pasa. Murmullos, pitos. Y su rival no bajaba el pistón en su presión arriba. Todo se le acumulaba a los blanquiazules. Les falta un punto en el medio y otro arriba. Para entonces ya estaba Fabian Schär de guardia. Más que su capacidad defensiva, ayudó a su equipo porque no le quemaba la pelota y porque con sus pases largos y cruzados y, sobre todo, su capacidad para superar líneas dan mucho aire en la salida de balón a un equipo plano y atascado. Aun así, el Dépor no estaba para tirar cohetes. La Real, cómoda; Janujaz y Odriozola no paraban de hacer diabluras. No pintaba bien.

Fue un chispazo, una doble genialidad la que le echó una mano al Dépor cuando estaba a punto de precipitarse. Un balón del suizo dejó en una posición franca a Adrián López, su calidad en el remate con esa volea interior al palo contrario fue la que lo hizo bueno. Una de las muchas delicias del '15'. Listo con balón, sin él. Goleador, asistente. Si había algo de lo que tenía que redimirse con Riazor tras su salida en 2011, ya empezó esta misma mañana.

El gol resucitó al Dépor y a la grada. Rugía, olía el empate, la sangre. Luisinho se sumó a la fiesta desde la banda izquierda, el Dépor subía líneas, quería irse en igualdad al descanso. No pudo, rozó la proeza. Andone tuvo una clara. Habría que esperar algunos minutos.

Riazor se debatía en el intervalo entre lo animado que había acabado el primer acto por el amago de remontada y el miedo a que se repitiese otra de las habituales desconexiones del Dépor. Los dos equipos entraron templando y pronto el equipo coruñés golpeó primero. La insistencia de Juanfran tuvo premio, Andone aprovechó a placer la dejada de Adrián. 2-2. Quedaba toda la segunda parte y Lucas Pérez ya estaba en el campo. Riazor se permitía soñar.

Llegaron los cambios y Pepe Mel no supo leer la situación. Sucumbió a la tentación de encomendarse a su tridente y pasó del 4-4-2 al 4-3-3. Fue un momento. Cuando quiso dar marcha atrás, el mal ya estaba hecho. Pesó el cansancio y el nuevo dibujo y el equipo se hizo largo, se desconectó. La Real Sociedad dio entonces un paso al frente. Avisó y avisó hasta que obtuvo premio. Pudo ser Íñigo o Willian José y al final Llorente e Illarramendi los que se convirtieron en las caras del triunfo de un equipo, además de mejor, mucho más redondo y maduro que el Dépor. El conjunto de Mel casi remonta a chispazos y con un jugador clave como Lucas aún fuera de forma. Demasiado. No todos los días la moneda sale cara. Necesita hacer más para ganar los partidos. Hacerse fuerte, competir, no librarse de sí mismo en cada duelo. Toca de nuevo sufrir para salvarse. Ninguna novedad durante estos años en Riazor.

Ficha técnica (Deportivo-Real Sociedad, 2-4)

Deportivo: Tyton; Juanfran, Schär, Sidnei, Luisinho; Fede Cartabia (Fede Valverde, min.64), Guilherme, Mosquera, Bruno Gama (Lucas Pérez, min.49); Adrián López y Florin Andone (Bakkali, min.71).

Real Sociedad: Rulli; Aritz, Íñigo Martínez (Llorente, min.66), Odriozola, Kevin Rodrigues; Illarramendi, Zurutuza, Xabi Prieto; Januzaj (Carlos Vela, min.73), Juanmi (Canales, min.54) y Willian José.

Goles: 0-1, min.3: Juanmi. 0-2, min.4: Illarramendi. 1-2, min.27: Adrián López. 2-2, min.50: Andone. 2-3, min.82: Llorente. 2-4, min.86: Illarramendi.

Árbitro: Munuera Montero, del colegio andaluz. Mostro amarilla a Juanmi (min.44), Kevin Rodrigues (min.54) y Odriozola (min.80) por parte de la Real Sociedad.

Incidencias: 21.942 aficionados. En el descanso, el club coruñés presentó a las 39 jugadoras de sus equipos femeninos y homenajeó a Nuria Rábano, que pisó el césped con la camiseta de la selección española, con la que se proclamó campeona de Europa sub-19 en agosto.

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El Dépor no puede con la Real Sociedad