El Deportivo aún se estaba despertando cuando ya perdía 0-2. Volvió a ser ese equipo que entra frío en el campo, con los brazos caídos, como invitando al rival a hacer daño. Dos regalos, dos goles en contra. Una losa muy pesada ante cualquiera en Primera, y más cuando enfrente está una Real Sociedad lanzada. Aun así hubo partido. El Dépor hizo lo más difícil, igualar el marcador con los tantos de Adrián y Andone, pero acabó estrellándose ante un adversario superior que derrochó paciencia y fútbol para acabar sentenciando en los últimos minutos. Nueve goles encajados en tres jornadas son muchos, demasiados para un equipo que aspira a tener una temporada tranquila. Lo primero es defender bien y, de momento, el conjunto blanquiazul es de todo menos sólido.

El sobresfuerzo por tener que remar contra corriente acabó pasándole factura. Y todo por un arranque pésimo, en el que la Real se encontró con dos goles en sus primeras llegadas. De una falta lejana y escorada, sin aparente peligro, nació el 0-1. La sacaron rápido los vascos para sorprender a la despistada defensa coruñesa, en plena siesta matinal. El certero remate de Juanmi, que arrancó en fuera de juego, adelantó al conjunto visitante a los tres minutos de juego. El siguiente mazazo fue consecuencia de otro despiste coruñés, esta vez a la salida de un córner. El despeje centrado de Bruno lo aprovechó Illarramendi para conectar un duro disparo sin que nadie saliera a su encuentro para evitarlo.

El Dépor se quedó noqueado y tardó en levantarse. Le faltó fútbol, sobre todo en el centro del campo, plano con dos futbolistas de un corte tan parecido como Guilherme y Mosquera. Como en las anteriores dos jornadas, el recurso del pelotazo se convirtió en una práctica habitual para llegar al área. Varios envíos en largo con sentido conectó Schär, asistente en el golazo de Adrián. El suizo envió la pelota al espacio para la carrera del asturiano, que no necesitó controlarla para rematar. Su golpeo dibujó una parábola perfecta que hizo inútil la estirada de Rulli (m.27).

Era lo que necesitaba el Deportivo para volver a meterse en el partido. Se vino arriba tras el 1-2, obligando a la Real a dar varios pasos atrás. Fue en ese tramo final de la primera parte, y en el arranque de la segunda, cuando el equipo coruñés dio la sensación de poder rascar algún punto. Atacó sin brillantez, pero con mucha fe, para invitar a creer en que la remontada era posible. Clave en esa fase fue la aportación de Adrián. Al margen del gol, supo dejarse caer a banda y descolgarse hasta el centro del campo para dar soluciones a sus compañeros. Pocas veces se equivocó. Desde la izquierda se asoció con Luisinho y no tanto con Bruno Gama, que sigue muy lejos de ser aquel futbolista que marcaba las diferencias en Segunda. En Primera hace falta algo más. Tampoco Cartabia acabó de ser determinante desde la derecha. Muchas llegadas coruñesas, pero pocas ocasiones claras, únicamente un cabezazo de Andone justo antes del intermedio. Definitivamente, había esperanza de cara a la segunda mitad, y más viendo a Lucas Pérez acelerar su calentamiento en el descanso.Lucas Pérez

El coruñés acababa de entrar en el campo cuando llegó el 2-2. Andone se encontró con un balón muerto frente a Rulli y no perdonó para establecer la igualada (m.50). Quedaba mucho partido por delante y estaba abierto para los dos. La Real demostró mucha personalidad. Tenía que volver a ganar un encuentro que había dejado escapar de las manos, pero no temió ni se impacientó. Suyo fue el control y las mejores ocasiones.

Mel mantuvo a sus tres delanteros a la vez -Andone, Adrián y Lucas- hasta la entrada de Bakkali por el rumano, a veinte minutos del final. Fue entonces cuando el Dépor más se descompuso, con gente muy cansada en el campo y alguna pieza fuera de sitio, como Fede Valverde. Riazor tenía muchas ganas de ver en acción al uruguayo. Empezó en su zona natural, centrado, pero pronto tuvo que caer a banda tras los últimos ajustes tácticos de Mel. No es el hábitat del Pajarito, que aun así dejó algunos destellos interesantes.

La Real se impuso en el centro del campo, con un gran Illarramendi al que nadie fue capaz de neutralizar. El Deportivo espació cada vez más sus salidas a la contra. Se encomendó demasiado a la solución fácil del pelotazo a Lucas. El coruñés, al que todavía le falta chispa, corrió con fe, pero la defensa donostiarra siempre tuvo todas las de ganar. Más y mejor atacó la Real, con buenas triangulaciones y mucho fútbol combinativo por dentro.

Íñigo Martínez y Willian José acariciaron el gol antes de que Llorente firmara el tercero a la salida de otro córner mal defendido (m.82). El Dépor ya no tuvo respuesta. Estaba fundido y siguió dando facilidades, como en la acción del 2-4. Le alfombró a Illarra el camino hacia la portería y el exmadridista culminó su jugada personal con un disparo cómodo ante el que Tyton quizá podía haber hecho algo más. Ni una parada del polaco, que deja abierto el debate bajo palos, uno de los muchos interrogantes que Mel debe resolver.