Sin alardes y con tareas todavía por resolver, el Deportivo abrochó la primera victoria del curso. No hubo brillo por parte de un equipo al que quizá le pesó un poco la ansiedad, pero más las debilidades que se adivinan en la construcción del juego. Respira sin embargo el conjunto blanquiazul para abandonar los puestos de descenso y agarrarse a la posibilidad de crecer a través de la autoestima que aportan los triunfos.

Necesitaba esa victoria el Deportivo que le permitiese tomar aire y sacudirse las dudas que había despertado un inicio de campeonato dubitativo y alejado de las expectativas que se habían depositado en el proyecto. La necesitaba Pepe Mel, que, cuestionado o no por parte de los jerarcas de un club que reclaman un paso adelante en el rendimiento del equipo, recibió una pitada modo de bienvenida nada más asomar la cabeza del banquillo antes del inicio del partido.

Sabía que de algún modo se la jugaba después de un solo punto en cuatro jornadas y presentó una alineación alterada por las circunstancias de última hora, pero con Lucas Pérez a la cabeza por primera vez desde su aterrizaje en los instantes finales del mercado. No era el once que había preparado porque la mala fortuna hizo que el martes Adrián se lesionase en el tramo final del entrenamiento, con el planteamiento ya preparado. Le tocó improvisar y rescatar a Andone para acompañar a Lucas en la delantera, con Fede Valverde recostado sobre la banda izquierda.

Era la oportunidad también por primera vez de ver desde el inicio al joven uruguayo, al que se le tiene tanta fe como al propio Lucas para alcanzar ese rendimiento deseado por directiva y afición. Tardó en acomodarse al partido, igual que le ocurrió a un Deportivo con una horma distinta a la que exhibió en los compromisos más recientes.

Mejoró en la colocación porque encontró mayor consistencia a través del centro del campo formado por Guilherme y Borges. También adelantó un pelo la defensa para asegurar la recuperación de la pelota lo más cerca posible de la portería del Alavés, pero fue incapaz de encontrar el camino.

Rara vez en el fútbol la teoría encuentra reflejo en la práctica y el Deportivo lo pagó ayer en una primera parte del encuentro en la que fue incapaz de aprovecharse de la presión para dar vuelo a Lucas, Andone, Cartabia y Valverde. Ése era el plan, pero poco a poco, minuto a minuto, el conjunto blanquiazul fue entregándose a los lanzamientos en largo desde la defensa. Encontró respiro a través de Cartabia y de Lucas, los más entregados a la hora de ofrecer las soluciones que el equipo era incapaz de alcanzar como conjunto a lo largo del primer tiempo.

Buscaba el argentino la manera una y otra vez de revolverse desde la banda y enfilar la portería de Pacheco, pero se encontraba siempre a un Alavés bien resguardado. Era Lucas el que complementaba al argentino, retrasándose en ocasiones hasta el centro del campo para descongestionar la salida del balón.

Pocas veces le funcionó y con ello constató el grave problema que tiene el equipo para construirse alrededor de la pelota por mucho que Mel proclame que es su ambición.

Ni Borges ni Guilherme ofrecieron ayer soluciones en ese apartado para desesperación de un Riazor que comenzó a impacientarse con la falta de propuesta de sus jugadores. El primer disparo no llegó hasta los veinte minutos, cuando el cuadro blanquiazul logró trenzar su primera jugada con continuidad y bascular la pelota de banda a banda. Lo hizo Valverde desde la frontal y se le marchó ligeramente arriba de la portería.

Trataba de estirarse el Deportivo ante las prudencias de los visitantes, que sin embargo disfrutarían de la mejor oportunidad al filo del descanso. Munir enganchó un disparo lejano que se fue envenenando y que Pantilimon tuvo que desviar a córner. Del lanzamiento posterior conectó un cabezazo Ely que golpeó en el poste.

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El Dépor doblega al Alavés

La réplica fue casi inmediata porque Luisinho adelantó al Deportivo prácticamente en la jugada siguiente. De nuevo fue de las pocas ocasiones en las que el equipo de Mel logró estirarse. Un balón prolongado hacia Andone permitió al rumano presentarse en el área, esperar a la incorporación del lateral portugués y cederle el balón para que su compañero superarse a Pacheco con un disparo que el portero visitante no logró bloquear del todo.

Lo que vino a continuación fue un ejercicio de supervivencia por parte de un Deportivo que contabilizaría alguna buena oportunidad en la segunda mitad y que quizá sí mereció algún tanto más, pero que trató de contener al Alavés. Lo hizo porque en parte está todavía muy justo y abrochar los tres puntos ayer se presentaba como el mejor antídoto para frenar las dudas que aquejaban al equipo desde que arrancó el campeonato. Riazor lo dio por bueno a la espera de acontecimientos.