El Dépor centra las contadas buenas noticias que genera en los nombres y no tanto en el funcionamiento colectivo. Superó al Alavés, el conjunto que menos exige en Primera y que solo le puso a prueba en el área rival, no en la propia. El equipo coruñés ganó por primera vez esta temporada y mantuvo su portería a cero, un logro que debe llevar un asterisco. En el Dépor sobresalieron un puñado de nombres propios, pero el equipo como conjunto continúa con graves problemas en la salida de balón y en la movilidad y los cambios de ritmo en posiciones ofensivas.

El uruguayo. Llenó los ojos de Riazor, a pesar de ser su debut como titular y a pesar de que Mel lo colocó desplazado de su posición. Su capacidad para abarcar campo, asociarse, llegar, superar líneas y su personalidad le dieron aire ofensivo a un Dépor que funciona gracias a la inspiración individual. Tiene 19 años y cada partido sus prestaciones subirán. Un punto de apoyo para construir, por fin, un equipo.

Lucas Pérez. Está lejos de su mejor nivel, pero ofreció soluciones ante el atasco en la creación en la primera parte. Cuanto mejor se le surta y más centrado y más cerca de la portería esté, más daño hará, pero no hay que desdeñar su labor como epicentro ofensivo.

Pantilimon y el candado. El rumano apenas tuvo trabajo y está lejos de su mejor momento en un verano sin minutos. Dos intervenciones suyas generaron inquietud por la inseguridad que transmite. No encajó, pro el debate en la meta está lejos de ser zanjado.

Arribas-Schär. El suizo encandila y se confirma como el mejor fichaje, uno de los chollos del verano. Sus arrancadas fueron aplaudidas por la grada. Arribas, serio, no defrauda ante la oportunidad que tiene por la ausencia de Sidnei.

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