El Deportivo consiguió ante Las Palmas una victoria que debe hacerle sumar algo más que los tres puntos para la clasificación.

Los primeros compases parecían escribir el guión habitual de cada partido, con dificultades para poner en escena los argumentos ofensivos que se intuían en la alineación, sobre todo en la confección de la línea de mediapuntas, junto a la fragilidad defensiva que permitió a los locales crear una primera ocasión saliendo con facilidad de una tímida presión alta de los blanquiazules.

Similar comportamiento defensivo, esta vez en una zona más cercana al área, permitió a Las Palmas adelantarse en el marcador. Más de lo mismo, seguro que pensamos la mayoría de los aficionados deportivistas.

Pensamiento que se afianzaba a medida que discurría la primera mitad y los locales, con muy poco, llevaban el peligro a la portería de Pantilimon, incluyendo un disparo al larguero a portería vacía.

Discurrían los minutos y los canarios no eran capaces de plasmar en el marcador lo que parecía una leve superioridad en el juego. Contrariamente, el Dépor sí encontraba su argumento ofensivo y lo traducía en el gol del empate. Un cambio de orientación sobre Cartabia, permitió a este un uno contra uno del que sacó un centro medido para la llegada de Borges desde segunda línea. A partir de ahí, el resto de la primera mitad se fue diluyendo sin que ninguno de los dos equipos se impusiera de forma clara, en el juego ni en el marcador.

La segunda mitad fue, quizá, de lo mejor que se la ha visto al Deportivo en lo que llevamos de temporada. Poco a poco se fue adueñando del partido a base de buscar la profundidad por las bandas, aun teniendo en cuenta cierta colaboración del equipo local, incapaz de defender con superioridad numérica las situaciones que generaban tanto Cartabia como Bakkali.

Muy pronto, y tras un saque de esquina, Celso Borges duplicaba su efectividad goleadora poniendo al Deportivo por delante en el marcador. Esto hizo que el equipo se asentara más sobre el terreno de juego, con una ocupación más racional del mismo, se fue haciendo dueño del balón, a la vez que los locales sufrían para defender y no conseguían inquietar la meta coruñesa.

El tercer gol llega como consecuencia de un penalti producto del juego por las bandas. Fede Cartabia fue arrollado por un Lemos incapaz de medir esa acción defensiva.

A partir de ahí, el partido pasó a ser controlado desde el banquillo. Los cambios adecuados y en los momentos oportunos, hicieron el resto.

En definitiva, un resultado justo, conseguido creciendo desde las dudas. Ahora es preciso el tiempo para constatar si este es el camino, o ha sido un espejismo.