Por inercia, más que por fútbol, pero con mucha valentía tras el descanso, el Deportivo estuvo a punto de forzar la prórroga en el estadio de Gran Canaria. Rozó la machada ante un flojísimo Las Palmas, que sale muy tocado de la eliminatoria pese a acceder a octavos. Más entero se marchó el Dépor, apeado pero reforzado en su autoestima por el coraje que derrochó en una segunda mitad en la que acumuló méritos y ocasiones suficientes como para haber igualado el contundente 1-4 de la ida. Un digno adiós a la Copa que sirve para demostrar que el equipo coruñés está vivo y no se rinde, por muchos problemas que tenga.

Desenlace tan emocionante como inesperado, sobre todo por el pobre espectáculo de la primera mitad. Las opciones coruñesas de soñar con la remontada, muy remotas, pasaban por marcar pronto un primer gol con el que aspirar a meterse de nuevo en la eliminatoria. Sin embargo, poca prisa tuvo el Dépor a la hora de buscar la portería contraria. Ni prisa, ni tensión, ni tan siquiera intención. Fue un arranque desangelado, sin ritmo, más propio de un duelo de pretemporada que de una eliminatoria de Copa del Rey. La verdadera guerra de los dos equipos, la que al fin y al cabo les da de comer, está en la Liga, no en el torneo del KO. Y de salida se notó en los dos bandos. En el local, porque Las Palmas planteó un partido para pasar a octavos haciendo el mínimo esfuerzo. Y también en el visitante, por la escasa convicción con la que el Deportivo afrontó la misión casi imposible de darle la vuelta a la eliminatoria.

Primeros 45 minutos poco vistosos, más bien grises, aunque con algunos alicientes. Por ejemplo, el estreno del fabrilista One con el primer equipo o la titularidad de varios secundarios como Gerard Valentín, Saúl García, Borja Valle o Emre. Ninguno fue capaz de brillar en toda la primera parte. Solo hubo un destello, el del turco con su gol justo antes del descanso. Hasta entonces las mejores llegadas fueron del equipo grancanario. La primera clara acabó con un rechace de Pantilimon a un disparo de Calleri (m.11). Santana también pudo adelantar a los locales poco antes del 0-1. Injusto, porque ninguno de los dos equipos mereció irse al descanso con ventaja, pero esperanzador de cara a la segunda parte. De momento no para soñar con la machada, pero sí para imaginarse un segundo acto con algo más de ritmo y fútbol.

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El Dépor gana en Gran Canaria, pero cae en Copa

Hasta el descanso el encuentro transcurrió casi todo el tiempo lejos de las áreas. Cuando el Dépor tuvo el balón le faltó verticalidad y decisión para buscar de verdad la portería de Chichizola. Abusó de los pases de seguridad. Demasiados balones al pie y pocos al espacio para que pudieran correr Borja Valle o Lucas Pérez. El delantero coruñés trató de dejarse ver tirando continuos desmarques, pero apenas le llegaron balones. Necesitaba un socio como Çolak, aunque el turco no acabó de sentirse cómodo. Le faltan partidos y confianza para destapar todo el fútbol que lleva dentro, lo mismo que a Carles Gil, titular por primera vez tras la operación de pubis a la que se sometió en septiembre.

El valenciano apareció de fuera hacia dentro para entrar en contacto con el balón y darle cierto sentido al juego ofensivo del equipo coruñés. Incluso se animó a probar suerte de cara al gol con un disparo desde fuera del área. Suyo fue el pase a Çolak en la acción del 0-1, aunque todo el mérito es del turco por su magnífico lanzamiento. Duro, abajo y ajustado, imposible para Chichizola. Poco más dio de sí la primera mitad, solo para comprobar el infortunio de Vitolo, quien entre lágrimas tuvo que abandonar el terreno de juego por lesión.

El Dépor todavía necesitaba tres goles para darle la vuelta a la eliminatoria. El tempranero 0-2, firmado por Borja Valle justo tras la reanudación, invitó a los coruñeses a creer de verdad en la remontada. El berciano cabeceó sin oposición una falta lateral lanzada por Lucas. Nadie se cruzó con él en su camino hacia el gol. Le dejaron rematar a placer. Las Palmas era un flan. De golpe le entraban las dudas, igual que al público grancanario. Mientras, el Dépor crecía a hombros de Çolak y Borja Valle.

Ni siquiera el 1-2, anotado en el 58 por Hernán Toledo con la colaboración de Pantilimon, puso freno a la valentía del equipo coruñés. Siguió intentándolo con todo lo que tenía. Sin practicar un gran fútbol, pero metiendo el miedo en el cuerpo a su rival prácticamente en cada acción. Tannane pudo sentenciar con un chut al larguero, pero el que marcó fue Borja Valle de nuevo. Su disparo lejano se envenenó y despistó a Chichizola, que pudo hacer bastante más para evitar el 1-3.

Quedaban diez minutos para cargar con todo en busca de un cuarto tanto con el que forzar la prórroga. Y eso hizo el Deportivo, tirar de orgullo para generar suficientes llegadas como para completar la machada. La más clara, un remate de Lucas que salvó bajo palos David Simón. El 2-4 de Remy, en el 94, fue una anécdota.