Pasan las jornadas, ya van catorce, y el Deportivo sigue sin levantar cabeza por culpa, sobre todo, de su extrema fragilidad defensiva. Solo dos veces en lo que va de temporada, contra Alavés y Eibar, logró dejar su portería a cero. Los otros doce rivales ligueros le marcaron, y casi siempre dos tantos como mínimo, algo que también sufrió en los dos enfrentamientos de Copa ante Las Palmas. Sin contar esa eliminatoria del torneo de KO, en las últimas semanas la sangría ha continuado: tres dianas le hizo el Málaga, dos el Athletic y otro par el Sevilla en el Sánchez Pizjuán, donde dos errores acabaron echando por tierra todo el trabajo realizado en una primera parte más que decente hasta el 1-0. Falló Fabian Schär, mal posicionado al romper el fuera de juego de Ben Yedder, igual que erró bajo palos Rubén Martínez en el 2-0 definitivo. En total, 27 goles en contra, casi dos de media por partido, el peor registro blanquiazul desde los tiempos de José Luis Oltra, cuyo Deportivo inició el campeonato 2012-13 con una pesada mochila de 31 dianas encajadas en los primeros catorce encuentros.

El técnico valenciano aguantó tres jornadas más en el puesto hasta que fue relevado por el efímero Domingos Paciência. Pese a la posterior reacción con Fernando Vázquez, el descenso acabó consumándose. Un desenlace fatal que ahora quiere evitar a toda costa este Dépor aún en construcción y con muchas carencias por resolver pese al cambio de entrenador. En Primera solo hay tres equipos que han lamentado más goles en contra que el Dépor en este curso: Málaga (28), Betis(28) y Las Palmas (32).

La pasada campaña a estas alturas el conjunto dirigido entonces por Gaizka Garitano llevaba 24 goles en contra, los mismos que lamentó el Dépor de Víctor Fernández en las primeras catorce jornadas del curso 2014-15. Ahora, con 27 dianas recibidas, la fragilidad es todavía mayor. Cristóbal sigue buscando soluciones, pero cada vez más condicionado por las urgencias clasificatorias de verse metido de lleno en el fango. Debutó como técnico de Primera con victoria en Las Palmas (1-3), la única que ha cosechado a domicilio el equipo coruñés en lo que va de Liga, pero luego solo ha sido capaz de arañar un punto en las siguientes cuatro jornadas, saldadas con tres derrotas, contra Atlético (0-1), Málaga (3-2) y Sevilla (2-0), y un empate en Riazor frente al Athletic (2-2).

La delicada situación todavía es más preocupante teniendo en cuenta el horizonte inmediato, con un calendario muy empinado. Ganar el próximo sábado al Leganés, que ayer remontó para acabar venciendo 3-1 al Villarreal, es más una obligación que un objetivo, porque luego el equipo blanquiazul tendrá que enfrentarse consecutivamente a Barcelona, Celta, Villarreal y Valencia antes de iniciar la segunda vuelta contra el Madrid en el estadio Santiago Bernabéu.

En Sevilla Cristóbal recuperó a Sidnei para formar junto a Schär la pareja de gala en el centro de la defensa. Sin embargo, el Dépor fue nuevamente incapaz de blindar su propia portería. Encajó dos tantos evitables, el primero a la salida de un saque de banda justo antes del descanso; y el segundo por un lanzamiento lejano que se tragó Rubén. Fallos puntuales que le siguen costando muy caro al conjunto blanquiazul, uno de los equipos más frágiles de la categoría no solo por esos errores individuales sino también por sus grandes dificultades para juntarse y hacerse fuerte cuando no tiene el balón. Una máquina de encajar con muchas dudas, empezando por la portería.

Cuatro guardametas diferentes desfilaron bajo palos en lo que va de temporada -Rubén, Tyton, Francis y Pantilimon- y ninguno ha logrado espantar los fantasmas que planean sobre una demarcación tan determinante. El pasado sábado el de Coristanco había realizado varias paradas de mérito en el Sánchez Pizjuán pero su error en la jugada del 2-0 acabó por decantar definitivamente el encuentro a favor del conjunto sevillista.