Al Deportivo le pasó ayer por encima el Barcelona con una sola pata y ni rechistó. Apenas tuvo réplica el conjunto de Cristóbal Parralo, superado y zarandeado como un pelele sin personalidad, frente a los azulgrana en un partido en el que se salvaron de una goleada más dolorosa antes del primer derbi de la temporada de no ser por la actuación de Rubén en la portería.

Arrancó el Deportivo un tanto apocado y a la expectativa de comprobar qué Barcelona se encontraba ante la perspectiva de los azulgrana de visitar el sábado el Bernabéu. Dejó hacer y el dominio del conjunto de Ernesto Valverde se tradujo en una posesión larguísima, de más de dos minutos desde que se puso en juego la pelota. Avisó entonces Messi ante la pasividad de los deportivistas, que buscaban la manera de ordenarse a través de la misma alineación que sirvió para imponerse al Leganés la jornada pasada.

Será probablemente la misma que utilice el sábado en el derbi un Cristóbal que prefiere afianzar conceptos a reservar jugadores y cuyo planteamiento quizá tampoco se diferencie demasiado. Ante el Barcelona, sin embargo, le faltó convicción a los deportivistas para ordenarse a través de la pelota como propone su técnico, también porque el obstáculo que tenía enfrente era mayúsculo. Y eso que ayer en el Camp Nou racionó los méritos y le bastó con un par de acelerones para hacerle un roto en el marcador a los blanquiazules.

El Deportivo buscó evitar las superioridades en el centro del campo para frenar las incorporaciones en tromba de los azulgrana y sobre todo limitar las apariciones de Messi. El descosido, sin embargo, le llegó al conjunto de Cristóbal desde los costados. Jordi Alba buscó desde el primer minuto a Juanfran, que se vio casi siempre sin ayudas por el desgaste al que sometió Iniesta a Celso Borges y Guilherme.

Sufría el Dépor, que consiguió acomodarse en el partido al filo del cuarto de hora. Enlazó algunas jugadas cuando Çolak, Adrián y Carles Gil lograron intervenir y combinar con la pelota. A los tres, sin embargo, les costó encontrar a Lucas Pérez para poner en aprietos realmente a Ter Stegen. No lograban los deportivistas resultar incómodos para los azulgrana, pero al menos pudieron retrasar los goles.

Lo hicieron porque a la media hora emergió Rubén justo cuando Messi comenzaba a desperezarse, consciente de que el encuentro se le estaba complicando al Barcelona más de lo que hubiera deseado. Primero detuvo con seguridad un disparo desde dentro del área tras un acción individual del argentino. Inmediatamente después frenó a Aleix Vidal y nuevamente a Messi.

Rubén sostuvo con sus intervenciones a un conjunto que por entonces parecía deslabazado, sin consistencia defensiva y apenas ordenado ante una versión poco exigente de los azulgrana.

La sensación de fragilidad incrementaba la sospecha de que la superioridad de los jugadores culés terminaría desnivelando el marcador. Entre Iniesta y Messi fabricaron una jugada que desmontó a la defensa deportivista, que no fue capaz de ajustarse para achicar. Navarro se quedó enganchado y no tiró la línea en el mismo momento que Iniesta filtró un pase por encima para la incorporación del argentino, que le regaló el tanto a Suárez.

La avería para los deportivistas podía haber sido mucho peor a esas alturas, pero aún se mantenía en el encuentro a expensas de una reacción o una propuesta más acorde al Camp Nou. Ocurre sin embargo que el Deportivo no se ha distinguido nunca esta temporada, puede que tampoco en las anteriores, por su contundencia y todavía encajaría otro tanto antes de que llegara el descanso.

Poco cambió el guión en la segunda parte y quizá se esperaba un volantazo desde el banquillo. No lo dio Cristóbal o a lo mejor no pudo porque prácticamente nada más comenzar se encontró con el tercero de los azulgranas. La jugada fue como tantas otras que se dieron ayer en el partido: recuperación del Barcelona, transición rápida y mal repliegue del Deportivo. Suárez terminaría embocando un centro preciso de Sergi Roberto para confirmar el mal trago del Deportivo en el Camp Nou, al que todavía le quedaba prácticamente por delante toda la segunda parte.

El sopapo no fue mayor simplemente porque Rubén se convirtió en el mejor ayer. No es mal síntoma teniendo en cuenta todo el ruido y la incertidumbre que han rodeado a la portería desde que arrancó la temporada. Ayer el guardameta de Coristanco se mostró seguro a pesar de que se llevó cuatro goles en el saco. También dejó varias intervenciones de póster. Como el mano a mano en el que le rebañó la pelota a Suárez aguantando al uruguayo con templanza y el penalti que le detuvo a Messi, al que frustró todo el partido hasta conseguir que el argentino se marchara sin marcar. Fue su noche y menos la del equipo, que deberá ahora encontrar una versión más convincente para el derbi del sábado contra el Celta en Riazor para no amargarse todavía más las fiestas.