El Dépor se vistió de Papa Noel y le regaló al Celta el derbi más plácido que se recuerda en la era moderna. 1-3 y pudo ser peor. El entorno blanquiazul se encargó durante la semana de construir un discurso de tensión y presión hacia el rival que no se sustentó luego sobre el terreno de juego. Cuando falla lo básico, de nada sirve el artificio. Sus jugadores se dedicaron a reincidir de manera religiosa en todos los males que los tienen en descenso y camino de Segunda. Desconexiones, fallos puntuales en momentos clave, falta de claridad en ataque... Tan triste como que el Celta solo tuvo que sentarse a esperar a que le cayese la victoria. Por desgracia queda lejos aquella época en la que el coliseo blanquiauzul imponía a esta generación de celestes. Los blanquiazules no faltaron a su vergonzosa cita y, error a error, fueron poniendo los obsequios debajo del árbol. Una condena. Tiene un problema grave el Dépor, asoma la Segunda, los rivales aprietan y él sigue perdido. Soluciones, ya.

Sobre el papel Cristóbal quería apostar por la continuidad en su idea de fútbol. Toque, presión arriba y dar rienda suelta a la creatividad del cuarteto de arriba... Es igual lo que piense o lo que planee su técnico mientras el grupo de jugadores que tiene a sus órdenes siga con este nivel de concesiones. Bastó casi la primera jugada en la que se estiró el Celta para que Wass desnudase las carencias blanquiazules en el segundo palo. Tres minutos y 0-1. Una historia mil veces repetida y que siempre acaba mal.

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El Dépor cae ante el Celta en Riazor

El Dépor, como está acostumbrado a estos golpes, se echó todas sus vergüenzas al hombro e intentó seguir al pie de la letra el plan que tenía antes de que se hubiese consumado el primer desastre. La intención del Celta es sacar la pelota siempre jugada desde atrás y esa apuesta favorecía que hiciese daño subiendo sus líneas, cerrándose en torno a la pelota. Durante los siguientes minutos los blanquiazules se hincharon a recuperar balones, sobre todo, Guilherme y Borges. Rozó en un puñado de ocasiones el gol, a pesar de que al cuarteto de ataque Gil-Çolak-Lucas-Adrián no le sobrasen las buenas decisiones con el balón en los pies. Especialmente gris el valenciano. El Dépor no hacía daño y jugaba en el alambre. Y cayó.

El Celta hasta que mandó al Dépor por segunda vez a la lona fue un equipo de mínimos. Correcto, pero muy justo. De vez en cuando enseñaba los dientes con alguna combinación en torno a Iago Aspas. Tampoco necesitaba más. Vivía cómodo, más allá de alguna pérdida en zonas peligrosas. Le bastó un saque largo de Rubén y un fallo de Sidnei para disponerse a hacer el 0-2 y embolsarse el clásico de manera plácida. Simplemente esperó a que le hiciesen un nuevo regalo. Así de sencillo.

A Cristóbal no le quedaba otra que mover el árbol en el descanso. Buscaba una respuesta anímica y futbolística a un imposible. Encontrar los puntos débiles de su rival y gritar a los cuatro vientos que él aún creía. Poco le duró la ensoñación. A él y a su equipo. El Celta, animado por el viento a favor, por las facilidades coruñesas y porque le salía lo poco que intentaba, se lanzó al ataque para finiquitar el trámite y, de paso, darse un gustazo. Una discutible falta de Borges a Tucu le ofreció un nuevo caramelo a Iago Aspas. Clavó la falta frontal y todo se fue al suelo. Rubén pudo hacer algo más, tampoco es el culpable. 0-3.

Los posteriores fueron unos minutos más de miedo que de decepción. Esa fase ya la había superado la grada. Se mascó la goleada. Estaba enfrente la quinta de Aspas que tiene muchas deudas que cobrarse y parecía el día perfecto. En tres jugadas se ahuyentaron por suerte los fantasmas. Gol de Andone entre rechaces que por un segundo hizo pensar en una noche mágica, pero sobre todo frenó las ansias goleadoras y de ensañamiento de los celestes.

Cristóbal tiró de Valverde y colocó a Guilherme como central. A la deseperada. Al Dépor le falló en ese tramo su faceta ofensiva, esa que tampoco había carburado del todo durante el resto del encuentro. Carles Gil y Lucas, negados. Una circulación de balón a cámara lenta y una infinidad de malos controles le facilitaban todo al Celta. Hasta un remate del '7' que olía a 2-3 pegó en Andone y se fue fuera. Hoy tampoco era el día. Casi nunca lo es. El duelo acabó con el Celta haciendo un rondo en Riazor para sonrojo de la grada, que no merece lo que ve semana a semana. Se deben acabar ya los paños calientes. Mucho tiene que cambiar el Dépor en 2018. Esta vez no le van a salvar los otros.

Ficha técnica (Dépor-Celta, 1-3):

Deportivo: Rubén Martínez; Juanfran, Schär (Fede Valverde, m.60), Sidnei, Luisinho; Guilherme, Celso Borges; Carles Gil (Borja Valle, m.80), Emre Çolak (Andone, m.46), Adrián López; y Lucas Pérez.

Celta: Rubén Blanco; Hugo Mallo, Gustavo Cabral, Sergi Gómez, Jonny; Daniel Wass (Brais Méndez, m.91), Lobotka, 'Tucu' Hernández; Iago Aspas, Maxi Gómez (Radoja, m.79) y Pione Sisto (Emre Mor, m.71).

Goles: 0-1, m.3: Wass. 0-2, m.40: Aspas. 0-3, m.53: Aspas. 1-3, m.59: Andone.

Árbitro: Undiano Mallenco, del colegio navarro. Mostró amarilla a Borges (min.43) y Schär (min.49), del Deportivo; y a Rubén Blanco (min.62) y Hugo Mallo (min.92), del Celta.

Incidencias: Partido de la decimoséptima jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio Abanca-Riazor ante 27.924 aficionados, según el Deportivo.