Se puede perder de muchas maneras en el Bernabéu, compitiendo y construyendo para el futuro, o bajando los brazos y dejándose llevar, justo lo que hizo el Deportivo en una segunda parte para olvidar, de lo peor que se le recuerda al equipo coruñés en muchísimo tiempo. Más sangrante que el resultado fue incluso la imagen pésima ofrecida en la última media hora en Chamartín, donde el Dépor empezó ganando y acabó convirtiéndose en un juguete en manos del Madrid. Remontaron los blancos con siete goles, cinco de ellos en una segunda parte en la que jugaron a placer, sin encontrar la más mínima oposición. No tuvieron rival y lo aprovecharon para darse un auténtico festín de goles. Un desenlace fatal para el Deportivo, de los que hacen daño de verdad. Lo peor que le podía pasar justo antes de jugarse media temporada el próximo sábado contra el Levante.

El espejismo inicial, con el gol de Adrián López mediada la primera parte, acabó en debacle total. Poco que salvar de un partido tan malo, malísimo. Únicamente algunas buenas paradas de Rubén y el desparpajo del debutante One, que no se arrugó frente a Cristiano y compañía. El fabrilista es aguerrido y no se complica con el balón, dos cualidades imprescindibles para aspirar a ser un buen central. Las bajas de Sidnei y Albentosa Sidnei Albentosa condicionaron la alineación y el planteamiento de Cristóbal, que durante la semana había insinuado la posibilidad de jugar con defensa de cinco. Al final mantuvo el dibujo con tres pivotes y tres delanteros, aunque matizado porque tanto Lucas como Adrián echaron una mano a los centrocampistas en busca de una mayor consistencia en la zona ancha.

Poco éxito tuvo ese plan, porque el Madrid manejó el balón a su antojo y desde el arranque metió al Dépor muy atrás. Seis minutos tardó Borja Mayoral, la gran sorpresa en el once de Zidane, en llamar por primera vez a las puertas del gol con un remate atajado en dos tiempos por Rubén. Parecía que el 1-0 era solo cuestión de paciencia y de acierto, porque las llegadas al área coruñesa eran constantes. El Dépor, mucho más preocupado de recular que de respirar con el balón, dejó hacer y el Madrid puso cerco a la portería contraria ensanchando el campo y buscando la espalda tanto a los centrales como a los dos laterales, sobre todo a Luisinho.

Un saque de banda del portugués prolongado de cabeza por Andone dio lugar al tanto de Adrián. Lucas se coló por la izquierda y conectó con el asturiano, cuyo remate a placer puso al Deportivo con ventaja en el marcador (m.23). El 0-1 no fue más que una anécdota porque al Madrid, tan acostumbrado últimamente a flojear en su estadio, esta vez no le entraron las dudas. Siguió golpeando sin tregua y pronto obtuvo la recompensa. Marcelo, en dos ocasiones, y Cristiano, con un gran cabezazo al que respondió Rubén con una mano salvadora, avisaron con remates muy claros poco antes de que Nacho marcase el tanto del empate. Demasiado fácil, tras un córner muy mal defendido (m.32). Más mérito tuvo Bale en el 2-1 poco antes del descanso. Su remate a la escuadra puso las cosas en su sitio antes de que se llegara al ecuador del encuentro.

Por lo menos, la mínima desventaja en el marcador daba vida al Deportivo de cara a la segunda parte. Se trataba de hacer el partido largo y no encajar pronto otro gol. Pero el Dépor ni siquiera compitió. Fue un equipo roto y sin vida, un auténtico flan devorado por el hambre voraz de un Madrid dispuesto a hacer sangre con una goleada de escándalo. Rubén respondió con otra parada de mérito a un cabezazo de Casemiro para evitar el tercero, que anotó Bale acto seguido a la salida de otro córner. Modric, con un disparo ajustado, marcó el cuarto para aniquilar cualquier mínima esperanza del Dépor.

El panorama era desolador y lo peor estaba aún por llegar, sobre todo por esa sensación de dejadez en la última media hora, como si diera igual encajar dos, cuatro o siete. Imperdonable bajar los brazos y dejarse ir. El equipo coruñés puso muy poco de su parte y no le salió nada pese a que pudo maquillar el marcador con dos ocasiones claras de Andone. El rumano estuvo fallón, igual que Lucas, muy lejos de ser el que era. Ya ha pasado más de media Liga y todavía se le espera.

En plena fiesta merengue, ya con todo decidido, apareció Cristiano, con ganas de empezar a arreglar cuanto antes sus discretos números de esta temporada. Tuvo ocasiones para unos cuantos goles y acabó con dos, el quinto y el sexto. Doblete y brecha en la cara para el portugués, que dejó a su equipo en inferioridad numérica en los últimos minutos. Con diez el Madrid siguió pisoteando a un Dépor desordenado, sin alma y con las únicas ganas de que el partido se terminara cuanto antes. Los de Zidane, en cambio, querían más y más. No tenían suficiente con la media docena y de nuevo Nacho encontró el camino del gol para anotar el séptimo y definitivo.

El Deportivo tocó fondo en el Bernabéu. Difícilmente se puede hacer peor. Más allá del sonrojante resultado, dio la sensación de haber dejado de latir, como si estuviera agonizando, herido de muerte. La realidad es que poco a poco se le va la vida, pero también que saldrá del descenso ganando el sábado al Levante. A eso tiene que agarrarse y sacar el partido adelante como sea. Una final en pleno mes de enero. Todo o nada para el conjunto blanquiazul, que tendrá que competir y no dejarse ir como hizo ayer.