Nada cambia en el Deportivo, que insiste en cavar su propia tumba semana tras semana. Ayer se despeñó en Anoeta en un partido indigno, cuyas consecuencias quizá comiencen a atisbarse en los próximos días. Goleado y zarandeado por una Real Sociedad de mínimos, el equipo se dejó el crédito que le quedaba.

A Cristóbal se le adivinaron las intenciones a través de una alineación que caminaba sobre esa fina línea que separa el atrevimiento de la inconsciencia. Juntó a Lucas, Carles Gil, Adrián y Cartabia en el estreno de Krohn-Dehli para buscar de inicio a una Real Sociedad de saldo en la clasificación. Lo que se encontró el entrenador deportivista, sin embargo, fue un dominio total de los donostiarras en el primer tramo del partido y una falta de gobierno completa de sus jugadores.

A las dudas que traslada el equipo en cada partido se sumó ayer la sensación de improvisación que transmitía un grupo descosido en todas las líneas, pero especialmente en los costados. A la Real le bastó con un poco de Odriozola y una pizca de Oyarzabal, que mudó de banda en esa primera mitad con asiduidad para tormento de Bóveda y Luisinho, para desarbolar a un conjunto al que la tiritona se le contagió de los pies a la cabeza.

Nublado, el Deportivo no encontró a nadie que templase los nervios de sus compañeros y pusiera cierto orden en el caos del que se ha adueñado un conjunto a la deriva. Ni siquiera pudo Krohn-Dehli, quizá no ese mediocentro defensivo que buscó el club en el recién finalizado mercado de invierno, pero sí un futbolista con recursos suficientes para aportar soluciones en situaciones comprometidas.

Desaparecido el danés en su debut y perdido Guilherme en tareas a las que no ha sabido adaptarse, ya sea como pivote posicional o puente entre la defensa y el resto del equipo, el Deportivo pronto se partió en dos. Arriba, todo el poderío ofensivo que había puesto en liza Cristóbal; atrás, una defensa blanda; y en el medio la más completa anarquía.

Ya desde el primero minuto se adivinó cierta falta de intensidad en un equipo que llegaba a Anoeta en puestos de descenso. Se esperaba que la mostrara después de un sopapo como el que se llevó la semana pasada ante el Levante, pero apenas se transmitió esa agresividad que reclama Cristóbal. Los males del equipo, sin embargo, no se pueden resumir en la ausencia de carácter que en la mayoría de compromisos evidencian los jugadores. Van más allá y no dejan en buen lugar al técnico.

El partido de Anoeta lo señala especialmente por la falta de soluciones futbolísticas de un conjunto al que no se le ven trazas de propuesta alguna. No se sabe bien dónde empieza y acaba la mano de Cristóbal, más allá de insistir en una fórmula agotada.

Volvió a quedar en evidencia ayer en Anoeta, cuando la Real Sociedad desnudó a la defensa con una jugada simple. Corría el minuto 33 y el Deportivo todavía no se había asomado por el área contraria. A los donostiarras, tan deprimidos como los blanquiazules después de cuatro derrotas consecutivas, les bastó una apertura a un costado y la llegada de Willian José para desmontar a una zaga blanda y descoordinada. Contribuyó Bóveda, sustituto de Juanfran en el lateral derecho, y que se quedó enganchado en ese primer tanto al tirar el fuera de juego.

Tuvo algún patinazo más en el partido, pero el Deportivo todavía llegaría al descanso con vida y con posibilidades de enmendar una primera parte bochornosa. Lo que no hubo fue una reacción y el equipo empeoraría todavía más si cabe su imagen.

Volvió a faltar el nivel competitivo para disputar un partido en el que se iba por debajo en el marcador y también los mimbres para encontrar la portería contraria y proteger la propia. Cristóbal trató de buscar soluciones a través de un indultado Çolak, pero enseguida se encajaría el segundo gol.

Fue otra pifia de bulto de Rubén, que apenas reaccionó a un lanzamiento lejano de Illarramendi. Era una falta aparentemente inocente, pero la respuesta del portero retrató el momento que atraviesa. Al disparo del centrocampista de la Real trató de contestar con una estirada tardía que volvió a dejarlo en una situación comprometida. También a Cristóbal, que volvió a confiar en el portero de Coristanco por delante del recién incorporado Maksym Koval.

Lo que vino a continuación fue el derrumbe completo de todo el equipo. Lucas tiró de orgullo para firmar la única oportunidad de los deportivistas ayer. La sacó Rulli y la Real aprovechó para sacudirse todos sus males a través de una víctima propiciatoria. Un pase en largo y otro en profundidad le sirvió a Canales para marcar el tercero; un resbalón de Bóveda puso en bandeja el cuarto a Elustondo tras un saque de esquina; y un error del lateral derecho en un control dejó el quinto en bandeja a Illarramendi para sellar la goleada.