Nada mejora. Todo sigue igual en este Deportivo tan inofensivo y frágil, acostumbrado a salir derrotado ante rivales a los que, como anoche el Girona, les basta con hacer lo justo para ganar. Ayer fueron dos faltas laterales mal defendidas las que condenaron al equipo coruñés, que todavía no ha ganado un partido desde la llegada al banquillo de Clarence Seedorf. Dos puntos de 18 posibles es el balance con el holandés, que en la víspera del encuentro se mostró muy satisfecho con la evolución de su equipo, sobre todo en la fase defensiva. Sin embargo, ayer el Dépor volvió a dar muchas facilidades. Por ejemplo, en esas dos acciones a balón parado que supo transformar en gol un equipo como el Girona, especialmente dotado para hacer daño en ese tipo de acciones.

Stuani y Juanpe aprovecharon sendos regalos para firmar los tantos de una victoria plácida del cuadro catalán, la sexta seguida en Montilivi. Pelea por Europa el equipo de Pablo Machín, una formación bien trabajada que sabe a qué juega y en la que cada futbolista tiene clara cuál es su misión. Todo lo contrario que en el Dépor, otra semana más a la deriva y sin transmitir síntomas de mejoría pese al permanente optimismo de su entrenador.

Mal en defensa y también en la fase ofensiva, de nuevo con los balonazos en largo no como recurso puntual sino como arma principal, casi la única. No le sienta bien al Dépor ese rombo en el centro del campo que Seedorf estrenó el pasado fin de semana frente al EibarromboSeedorf . Pocas ideas en la zona de creación, insuficientes para conectar con los dos de arriba, Lucas y Andone, que hicieron la guerra por su cuenta. A falta de diez jornadas para que acabe la Liga, el Deportivo sigue igual o peor que con Cristóbal Parralo. Ahora mismo es un equipo roto. Y más que lo estará si hoy al Levante y mañana al Las Palmas se les da por ganar.