En el fútbol profesional es válida cualquier forma de entender y poner en práctica el juego a desarrollar; al aficionado podrá gustarle más o menos, podrá resultarle más o menos atractivo e incluso vistoso. En torno a esto se desarrollan debates y se argumentan diferentes razones para justificar su aceptación o no, incluso lo que a criterio de los aficionados más conviene al equipo. Hay innumerables tópicos que aunque resulten cansinos y nada aporten a veces, es lo que al fin y a la postre la afición opina. Y como dice el tópico, la afición es soberana.

Suele decirse que un equipo juega como entrena y, aunque pueda parecer un tópico común, tiene mucho más de cierto que de vulgar.

Es de suponer que el Deportivo puso en escena anteayer en Montilivi lo que entrenó por la semana, al menos lo más específico. Hasta aquí nada que objetar, ya decíamos que cualquier fórmula es válida para jugar, lo malo es que el refrendo a ese argumento lo va a dar siempre el resultado por encima de las sensaciones, sobre todo cuando las urgencias acucian.

Y así nos presentamos ante el Girona, con una alineación plagada de centrocampistas a los que se sumaba Adrián, quizá el futbolista ofensivo con más clarividencia actualmente, alejado del gol. Sin extremos, y con una línea de cuatro con futbolistas de poco aporte ofensivo. Paradójicamente el Deportivo rehuye transitar con el balón por la zona central, diseñada evidentemente solo para contrarrestar al rival, dejando todo recurso ofensivo al balón largo.

Ni la estrategia defensiva u ofensiva, parece que haya sido demasiado entrenada.

Si es importante no encajar, para poder aspirar a ganar hay que marcar un gol más que el rival. El Deportivo actúa como un equipo partido en dos de forma premeditada, donde seguimos ofreciendo facilidades defensivas y donde no somos capaces de presentar razones contundentes en ataque para siquiera preocupar al rival.

Con estos mismos mimbres se percibieron diferentes formas de jugar para intentar conseguir lo resultados. Diferentes entrenadores y ninguno alcanza a solucionar el problema fundamental, que no es otro que los futbolistas crean de verdad en lo que se les propone.

Durante el partido de anteayer se demostró una vez más que la alineación y las decisiones tomadas desde el banquillo parecen provenir de la improvisación más que del trabajo diario.

Hace cuatro años el Girona y el Deportivo se enfrentaban en una situación agónica para los catalanes. Desde aquella unos han ido creciendo en torno a un proyecto con un solo técnico al frente del mismo.

Otros vamos en declive desde entonces, ya vamos por el octavo técnico habiendo contratado a más de medio centenar de futbolistas.

Se juega como se entrena, incluso en los despachos.