La distancia abismal que separa al Deportivo de los puestos de salvación -ocho puntos, que en realidad son nueve por el golaverage desfavorable con el Levante- reduce todas las cuentas del equipo coruñés al partido más inmediato, el del viernes contra el Málaga. Con 24 puntos en juego las matemáticas todavía otorgan al Dépor remotas opciones de salvación, pero los cálculos a medio plazo han quedado en suspenso. Para un equipo que lleva quince jornadas sin ganar resulta imposible mirar más allá del siguiente encuentro. A estas alturas solo cuentan los puntos y el Deportivo lleva 20 en 30 jornadas. De nada vale la buena imagen que ofreció en el Wanda Metropolitano, donde no mereció perderWanda Metropolitano.

Solidez, orden y equilibrio. El Deportivo dificultó mucho los ataques del Atlético, que solo fue capaz de conectar tres remates a puerta en todo el partido. El equipo coruñés, bien posicionado, ordenado y muy junto, supo frenar a un rival siempre peligroso pese a las bajas. Los rojiblancos no tuvieron más remedio que recurrir a los lanzamientos lejanos y a las acciones a balón parado, una de sus grandes especialidades, para amenazar la meta de Rubén. Los tres mediocentros -Mosquera, Guilherme y Muntari- por delante de la defensa le dieron más equilibrio al conjunto blanquiazul.

Sin puntería. La falta de pegada volvió a condenar al Deportivo, con capacidad para generar ocasiones pero muy fallón de cara a puerta. Lucas desperdició un mano a mano tras un error de Savic, Mosquera no acertó a cabecear a puerta cuando tenía todo a favor para marcar y tras el descanso fue Borja Valle, a la contra, el que tuvo la oportunidad más clara para empatar. Dos goles a favor en ocho partidos es el balance anotador desde la llegada al banquillo de Seedorf.

Partido condicionado. Los pequeños detalles incontrolables, en este caso una decisión arbitral que marcó el partido, volvieron a estar en contra del Deportivo en el Wanda Metropolitano. El penaltito de Mosquera sobre Saúl solo lo vio claro el colegiado tinerfeño Trujillo Suárez. Su polémica decisión condicionó el encuentro y perjudicó al conjunto coruñés, que en ningún caso mereció irse al descanso por debajo en el marcador.

Personalidad. En una temporada en la que el Dépor suele desmoronarse sin remedio tras encajar el primer golpe, el partido del Wanda sirvió para que el equipo blanquiazul demostrara que está vivo y que no va a bajar los brazos. Después del 1-0 tuvo personalidad y madurez. No decayó sino que se agarró al partido en busca de la remontada. Sin premio, pero mostrando argumentos futbolísticos suficientes como para haber puntuado.

Al ritmo de Çolak. El técnico holandés sorprendió dejando en el banquillo a Florin Andone para confiar en Emre Çolak. El turco aprovechó la oportunidad y se convirtió en el mejor futbolista blanquiazul sobre el césped del Wanda, donde mostró su facilidad para dar soluciones a sus compañeros y favorecer el juego asociativo. Conectó especialmente con Lucas Pérez, más cómodo y participativo como principal referencia ofensiva.

"Proceso" sin recompensa. Seedorf insiste en resaltar la importancia del "proceso" para no perder la fe en la salvación. Defiende que el Deportivo "está mejorando", pero a sus órdenes el equipo coruñés todavía no ha ganado y, sin resultados, resulta imposible encontrar algo a lo que agarrarse.