Es un derbi. Menos atractivo y pasional que de costumbre, pero un derbi pese a todo. El Deportivo llega descendido a Balaídos, donde apelará al orgullo y a la dignidad con el objetivo de tumbar al Celta para tener algo que celebrar entre tantas decepciones seguidas, una detrás de otra, que acabaron por consumar la caída de forma matemática el pasado fin de semana. Los puntos ya no importan, aunque eso no significa que el encuentro carezca de trascendencia. Tiene muchísima. Hay un escudo que defender y toda una afición detrás a la que dar motivos para volver a ilusionarse con un futuro mejor. La reconstrucción ya está en marcha y siempre es mejor empezar a cimentarla con un final de temporada digno, no dejándose ir. Para el Celta también es un derbi atípico. Sin su gran estrella, Iago Aspas, tratará de apurar las remotas opciones que aún le quedan de clasificarse para la Liga Europa.

Clarence Seedorf recupera a Adrián López, que no pudo competir frente al Barça por las secuelas del pisotón que recibió en San Mamés. Hoy volverá a formar dúo ofensivo junto a Lucas Pérez, uno de los que más sienten el carácter especial de este tipo de partidos de máxima rivalidad. Se juegan sobre el césped y también en las gradas, en este caso las de Balaídos, que acogerán a más de 300 aficionados del Deportivo cargados de ilusión por ver a su equipo despedirse de Primera con la cabeza alta, ganando en el campo vigués.

No lo consigue desde abril de 2012, cuando venció 2-3 gracias al gol de Borja Fernández sobre la bocina. Entonces los dos estaban en Segunda, camino del ascenso. Seis años después, el Dépor intentará repetir victoria en Balaídos, donde en la presente Liga solo ganaron tres visitantes: Real Sociedad, Atlético y Villarreal. Al equipo de Seedorf le sigue costando mostrar a domicilio el mismo nivel competitivo que luce en Riazor. Esta tarde tendrá que hacer muchas cosas bien si quiere regresar a A Coruña con los tres puntos. La solidez es imprescindible ante un rival con tantos recursos ofensivos como el Celta, rebosante de pegada pese a la significativa ausencia de Aspas. Además, el Deportivo tendrá que ser eficaz de cara a puerta. Crea ocasiones, pero falla casi todas. El último ejemplo fue el pasado domingo frente al Barça, al que tras el 2-2 momentáneo llegó a someter durante unos minutos en busca de un milagro que no llegó, en gran parte por la escasa puntería de los futbolistas blanquiazules.

En el desenlace también tendrá mucho que ver la tensión competitiva con la que cada equipo afronte el encuentro. Son partidos para jugar siempre al límite. Con cabeza, tratando de controlar las emociones, pero peleando cada balón como si fuera el último. Eso no se negocia. Es un derbi, una cita siempre grande, independientemente del momento y de la situación.