Solo hay algo peor que el enfado y es la desafección. A Riazor le dio tiempo a vivir de todo, a pasar por todos los estados. Como todo funeral, fue triste el adiós ante el Villarreal (2-4). El enfado afloró, sin duda, y también hubo mucho silencio. Desde el inicio con una grada vacía, símbolo de desapego, a los pitos, los cánticos de desaprobación a jugadores y directiva. Diferentes estados de ánimo, todos a años luz de un mínimo de felicidad. La grada de Riazor está harta y hoy se quiso desahogar. Es lo mínimo que merece, que se le escuche; incluso a los que se quedaron en casa. Solo Borja Valle y Mujaid fueron capaces de arrancar algún aplauso. Existen maneras y maneras de marcharse y el Dépor ha elegido una de las peores. Hay mucho que limpiar y reconstruir. A pesar de la grandeza de este club, no será sencillo. El desencanto y la fractura son evidentes.

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El Dépor cae ante el Villarreal en Riazor

El duelo se presentaba como un campo de minas y el Dépor pisó una al dar el primer paso. Poco se le puede achacar al equipo coruñés y a Luisinho en esa acción, salvo algo más de una intensidad que nunca ha sobrado en este grupo. Hay más mérito de Samu Castillejo que demérito blanquiazul en la jugada del 0-1. Algún aficionado ni se había sentado y el malagueño alojaba un balón en la escuadra. Minuto 1. Ya unos segundos antes, era sencillo percibir que el conjunto castellonense, a diferencia de sus últimos duelos ante el Dépor, no estaba en esta ocasión de paseo o en modo desconexión. Calleja había salido con todo. Tocaban y tocaban, se mostraban móviles. Presión alta. Otra historia, el equipo coruñés estaba desbordado.

Tardó unos minutos, pero cepeó el tmporal. Poco a poco, aunque solo fuese por fases, empezaba a plantear un duelo de tú a tú. La movilidad del trío Borja Valle, Lucas y Adrián hacía daño, Valverde y Krohn se sentían a gusto tocando. Estuvo cerca el empate, aunque siempre sin dejar de sufrir atrás por la presión amarilla y las pérdidas de Fernando Navarro y Juanfran. Doble ocasión para el berciano, otra para el coruñés. Sergio Asenjo se multiplicaba para demostrar el gran portero que es. Y cuando parecía cerca el 1-1, llegó la estocada del 0-2. Trigueros remataba solo en el área de cabeza, mientras Guilherme miraba al infinito. Quizás no lo merecía el equipo coruñés, pero esa debilidad en ambas áreas explica muchos de los males que han llevado a este proyecto a Segunda. Lo siguieron intentando en los siguientes minutos y otro error sonrojante, esta vez de Luisinho, le puso el gol en bandeja a Samu Castillejo. 0-3, partido roto, equipo destrozado, ambiente más que viciado.

Ya sin los Riazor Blues, que justificaron su ausencia en el hecho de que les habían cortado la megafonía, el Dépor regresaba al césped para enfrentarse a un suplicio. Guilherme, sentenciado, se quedaba en el vestuario y Seedorf hacía más ofensivo a su formación con Bakkali. Casi nada tenía que ganar el equipo coruñés en el envite. El estadio mezclaba silencio y pitos y el Villarreal volvía a salir en tromba. Raba estuvo a punto de hacer el 0-4. Chaparrón tras chaparrón, parece que nunca saldría el sol.

Pero lo hizo. Tímidamente, pero lo hizo. El Dépor, al menos, empezó a competir. Borja Valle hizo el 1-3. El berciano era el único capaz de arrancar un aplauso de Riazor. Desequilibraba, se dejaba el alma en cada balón. Era el único en el que la grada se sentía representado. Su presencia y su espíritu sobre el césped deben ser innegociables en el próximo proyecto de Segunda. Esta temporada es lo más parecido a una Rosa de Jerico en el desierto deportivista.

Parecía que los últimos minutos iban a ser insulsos, pero nada de nada. La entrada de Mujaid, que fue aplaudido en todas sus acciones, limpió algo el ambiente. Cuando ya muchos enfilaban los vomitorios, volvió a aparecer Borja Valle. Lograba el 2-3 sobre la hora a pase de Adrián. Solo hubo tiempo para que Cheryshev cerrase el marcador. Hasta el descuento fue escaso. Riazor abandonaba Primera casi vacío, con ruido, pero sobre todo con mucho silencio. Desencanto, enfado... Sentimientos más que lógicos.