Natxo González viajará a A Coruña en fecha sin determinar para convertirse oficialmente en nuevo entrenador del Deportivo. El lunes anunció que se desvinculaba del Zaragoza, tras quedar eliminado ante el Numancia en las semifinales de la fase de ascenso a Primera División, pero en ningún momento se refirió al equipo blanquiazul como su nuevo destino. Sin embargo, su llegada es inminente para convertirse en el noveno entrenador deportivista desde 2014. El consejo de administración que preside Tino Fernández llegó en enero de ese año con el equipo en Segunda División y con Fernando Vázquez al mando de la plantilla. A pesar del ascenso el de Castrofeito no siguió y desde ese verano son a ocho los entrenadores que dirigieron al primer equipo.

Como sucedió con los anteriores técnicos, su contrato está vinculado al éxito deportivo, es decir, si asciende tiene garantizada una temporada más, sería a en primera División donde nunca entrenó González. Si el equipo coruñés no alcanza el que tiene que ser su objetivo, la vinculación se rompería. Ya sucedió con José Luis Oltra cuando fichó en la temporada 2011-12, ascendió pero fue destituido en diciembre; también con Fernando Vázquez, pero ya no llegó a iniciar la campaña 2014-15 a pesar de ascender. Con Víctor Sánchez del Amo pasó lo mismo, pero con la meta de la permanencia como premio; lo consiguió en el curso 2014-15 tras sustituir a Víctor Fernández y repitió en el siguiente, pero a pesar de los resultados el club prescindió de él. Después llegó Gaizka Garitano, que acabó siendo relevado por Pepe Mel; el madrileño dejó al equipo en Primera División y se ganó la continuidad. Poco duró en el cargo, ya que durante el curso pasado dejó su puesto a Cristóbal Parralo técnico del Fabril) y este a Clarence Seedorf.

Natxo González llegará como lo hizo en su momento Garitano, con la posibilidad de encabezar un proyecto a largo plazo, pero al actual entrenador del Bilbao Athletic le fallaron los resultados -fue lo único-. Sabe González que el ascenso es prioritario, pero también marcar un estilo que calar en la afición. Esto es, combinar el resultadismo con un fútbol vistoso, algo que siempre exige Riazor.