Ahora que Aspas impresiona por su irrupción y que un anfitrión, Rusia, entra en escena, todos los caminos conducen al coruñés Eduardo González Valiño, Chacho, recordman goleador en un partido de España y primer gallego en un Mundial, protagonista en la famosa batalla de Florencia de 1934, en la que, con su dictador en el palco, la Italia de Monti debía ganar por decreto. Los ecos de esa guerra de dos episodios aún retumban en la familia. Una vivencia transmitida de generación en generación. "Mi abuela decía que había sido una batalla campal, que les habían dado palos por todas partes. Con saludos fascistas y con Mussolini en el campo...", introduce su nieto Andrés en una improvisada tertulia. "Él (Chacho) decía que jugaban mucho más que Italia, pero les dieron leña. No como ahora, de verdad. Estaba Mussolini y solo podían vencer, el árbitro estaba comprado", tercia Andrés. yerno del mundialista, al igual que Jose. "España tenía que perder sí o sí", apostilla una de sus hijas Viri (Mari, Antonio y Jaime son los otros), que recuerda que para él fue "un orgullo jugar con la selección. Era tranquilo, lo vivía con normalidad".

El colegiado Rene Mercet, sancionado de por vida tras el duelo, fue uno de los protagonistas el 1 de junio de 1934. Italia y España habían jugado un día antes (1-1). Regueiro había adelantado a España y Ferrari empató. Tras el pitido final y con siete lesionados en España, la organización los citó de nuevo. Zamora, Lángara y cinco compañeros, con secuelas por la carnicería, no pudieron ser alineados y ahí tuvo Chacho su oportunidad. "Jugó un Mundial estando en Segunda, pocos se lo reconocen", apunta su hija Mari. "El problema es que fue antes de la Guerra. Muchos ya ven el fútbol de los 70 como prehistoria y pensar en esa época es hacer arqueología", completa su nieto Andrés. En el desempate Bosch se lesionó, Chacho y Zabala estaban tocados y a Italia se le permitía todo. Meazza hizo el 1-0, a Regueiro se le anuló un gol legal.

Fue el tercer y último partido de Chacho con la selección. Su debut, de récord. Ahora que Aspas brilla por su media docena en 382 minutos, sus seis goles a Bulgaria (13-0 el 21-5-1933) en el día de su estreno adquieren más lustre. Logró los tres primeros, el noveno, el undécimo y el último. "Chacho, nos vas a arruinar", le decían en la Federación, ya que tenían que pagarle un duro por cada tanto. "Y aún dio tres asistencias para que sus compañeros cobrasen la prima", confiesa su yerno. "Su fútbol era para inteligentes".

Era un balompié diferente en el que compaginaba su pasión con un trabajo en la banca. Antes, a Chacho lo había descubierto Rodrigo en la calle. "Firmó su contrato en una servilleta", recuerdan. El ídolo de Luis Suárez ("se fijó en él") y el entrenador que dio la alternativa a Arsenio debutó en 1929 y lo dejó en 1946 con experiencias también en el Atlético y en el Juvenil. "Decía que al fútbol se jugaba con la cabeza, no solo con los pies. Está aquella frase 'Ay, Chachiño si tú quisieras...'. Quería, pero no era un trotón", apunta Mari. "Él sí sentía los colores. Pudo haber ganado mucho dinero en Madrid y eso que tenía la rodilla mal; se lesionó jugando con niños en la calle. Pero lo llamaron y volvió al Dépor, que nunca le homenajeó".