Con el campeonato en marcha el Deportivo pone el contador a cero en Riazor, donde el domingo (20.45 horas) afrontará contra el Sporting de Gijón su primer partido de la temporada ante su público. Un estreno muy esperado tanto por la afición como por los futbolistas blanquiazules, que quieren hacerse fuertes como locales desde el primer momento. Saben que gran parte de las opciones de ascenso pasan por lo que sean capaces de hacer en el estadio coruñés, escenario en los últimos años de muchísimas más decepciones que alegrías para los seguidores deportivistas. Solo celebraron veinte victorias en las últimas cuatro temporadas y únicamente cuatro en toda la pasada campaña, ante Alavés, Getafe, Leganés y Málaga. Un pésimo balance en casa que fue uno de los principales motivos de que el Dépor esté en Segunda. Ahora empieza una etapa diferente, con muchos futbolistas nuevos y un Riazor en obras que, entre todos, los que ya estaban y los que han llegado, quieren convertir en un fortín. "Hay mucha gente que no ha jugado de local en Riazor -recordó ayer Eneko Bóveda- y supongo que son los que más curiosidad tienen de ver lo que se vive y cómo está la gente. Todos en general queremos que se haga un reset en la cabeza de la gente, aunque es difícil porque vienen de sufrir, de estar frustrados y de acostumbrarse a que el equipo saque malos resultados".

Ese "reseteo" completo es imposible, porque los desastrosos números de los últimos años en Riazor ya forman parte de la historia más gris del club, pero los jugadores de la plantilla actual tienen la obligación de cerrar esa etapa y recuperar la solidez en casa para, de paso, ilusionar a una hinchada últimamente muy por encima del nivel que ofrece el equipo. "Es nuestro deber enganchar a la gente con nuestro trabajo y nuestro rendimiento, y en la medida de lo posible que estén orgullosos de lo que tienen en su ciudad y de lo que ven cada domingo", explicó el defensa vasco.

El balance hasta el momento es de cinco puntos gracias a la victoria en Almendralejo (0-1) y los empates en Albacete (1-1) y Tenerife (2-2). El Dépor llega a Riazor invicto, aunque con un botín de puntos que podía haber sido mayor tal y como se dieron los encuentros del Carlos Belmonte, en la jornada inaugural, y del Heliodoro Rodríguez López, el pasado fin de semana. "No pierdes, pero tal y como han sido los partidos, no sería de extrañar que hubiésemos sacado algún punto más -argumenta Eneko Bóveda-. Tenemos que ser exigentes con nosotros mismos y no podemos estar conformes. Ha sido un inicio un poco raro. Probablemente nos hubiese gustado el típico calendario de jugar fuera y en casa. Tenemos muchas ganas de estrenarnos aquí y ver la cara que va a mostrar el equipo en Riazor". El defensa hace autocrítica colectiva y también individual, consciente de que en Tenerife no estuvo fino. "En los dos primeros partidos me encontré bien y en el último no me gustó cómo jugué. A veces estás mejor y a veces peor. Uno es exigente y siempre quiere rendir bien. Lo que más contento me tiene es que no he tenido ninguna molestia. A partir de ahí, lo lógico es que mi rendimiento vaya creciendo a lo largo de la temporada", añadió Bóveda, recuperado de la lesión que le impidió participar en la recta final de la pasada campaña.