El Deportivo iniciará mañana su participación en la Copa del Rey con un partido marcado por el regreso de Natxo González a Zaragoza tras su accidentada salida del conjunto aragonés este verano para recalar en A Coruña y por la irregular relación del equipo blanquiazul con la competición durante las últimas temporadas.

La Copa ha sido un complemento incómodo para un equipo acostumbrado estos últimos años a centrarse en el campeonato de Liga. Con mayor o menor interés, las participaciones han sido discretas y hay que remontarse hasta el curso 2010-11 para ver al equipo alcanzar la eliminatoria de cuartos de final. Desde entonces su techo han sido los octavos.

La participación deportivista arrancará esta temporada en segunda ronda debido al descenso y aún tendría que superar una tercera para poder encontrarse con algún conjunto de Primera División en los dieciseisavos de final. Para ello deberá superar mañana al Zaragoza en uno de los enfrentamientos estrella de esta eliminatoria.

Será a partido único y con el aliciente añadido del regreso de Natxo González a La Romareda tras su abrupta despedida del equipo aragonés, con amenazas incluidas de denuncias por la manera en la que el técnico gestó su llegada al Deportivo. Será también un anticipo de los partidos del campeonato de Liga entre dos conjuntos aspirantes al ascenso y que han arrancado el campeonato entre los primeros clasificados.

La incógnita será averiguar de qué manera se toma el equipo blanquiazul su participación en el torneo. En las últimas temporadas, la Copa siempre ha estado condicionada por el rendimiento liguero, bien fuera en Segunda o en Primera División. El objetivo del ascenso o la permanencia estaban por encima y tan solo en la temporada 2016-17 se contempló la participación copera como un verdadero objetivo.

El equipo, con Gaizka Garitano al mando, había logrado a finales de 2016 despejar las dudas del comienzo del curso y eliminó al Betis en los dieciseisavos de final. En octavos le esperaba el recién ascendido Alavés y la posibilidad de avanzar en el torneo. El club ansiaba esa posibilidad, pero tras dos partidos igualados (2-2 y 1-1) los vitorianos lograron imponerse en la eliminatoria y alcanzaron una final en la que terminarían cayendo ante el Barcelona.

La ambición este curso es menor, pero al mismo tiempo la plantilla tiene los recursos suficientes como para poder repartir minutos entre los jugadores de cara a esta competición.