El Dépor perdió, pero no se marcha vencido de La Romareda. Con 45 minutos esta vez no le bastó. El equipo de Natxo volvió a vivir una metamorfosis en el descanso. Hoy, en cambio, no llegó el tanto salvador de Pablo Marí y dice adiós a la Copa del Rey. Tras una primera parte muy deficitaria y a dos por hora, al equipo coruñés le faltó puntería en los últimos minutos ante el Zaragoza para forzar una prórroga que mereció sobradamente. Llegan alarmas por esa pasividad y esa planicie en su juego en los inicios de partido, aunque tampoco hay que obviar que el último tramo del duelo es un serio aviso a, posiblemente, el equipo más en forma de Segunda en estos momentos. Lo tuteó, lo empequeñeció en estadio y lo hizo con su segunda unidad. El conjunto maño ha ganado hoy una batalla. La guerra del ascenso se dilucidará en los próximos meses y el Dépor va en ascenso y tiene margen de mejora.

Ya sin rodar la pelota, echarle un vistazo a los onces servía para darse cuenta de que el Dépor miraba al futuro y el Zaragoza quería disfrutar el momento. Los maños, más hechos como equipo, están subidos a la ola buena, esa que arrasó en Oviedo, y no pretenden bajarse. Lo que dure. Ros, Pombo e Igbekeme seguían en la formación inicial. Natxo, en cambio, colocaba sobre el césped a diez suplentes y pensaba más en reservar, en la carrera de fondo que es esta temporada.

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El Dépor cae en Zaragoza y deja la Copa

Cinco minutos y el Dépor ya iba por debajo en el marcador. Una pérdida de Krohn-Dehli (la primera de muchas en este primer acto) y Papu se inventó una genialidad imposible para Ortolá. 1-0. El Zaragoza golpeaba, al arrebato. Al grupo coruñés le tocaba dar un paso al frente. Y lo hizo de manera tímida. Casi más empujado por el deseo del grupo de Idiakez de cederle la pelota que por su propia convicción. Gerard Valentín se estiraba, Víctor no se arrugaba. Todo muy tibio, tampoco sobraba el desequilibrio arriba de futbolistas como Fede Cartabia o Carles Gil, llamados a ser diferenciales. Todo bajo control para los locales.

Y en torno a la media hora volvió el ciclón aragonés. El Zaragoza adelantaba su presión y dejaba en evidencia a los pivotes coruñeses. Dubarbier seguía protagonizando algunas jugadas con incluso algún punto cómico. Aguirre y Nieto hacían lo que querían, Papu amenazaba con su latigo. Solo le salvaba que Pombo estaba muy solo al remate. Todo en el aire. De milagro.

El Dépor volvió a meter los dedos en el enchufe en el descanso. En tres minutos ya había atacado diez veces más que en el primer acto. Al igual que ante el Sporting, subió líneas, se puso a pelear el partido en campo contrario. El problema es que justo cuando se empezaba a acomodar al nuevo panorama, llegó un nuevo manotazo. Entre Nieto y Buff gestionaron un regalo para Pombo. No falló. La Romareda se incendiaba.

Poco tardó Fede Cartabia en helarla. Tres y minutos después del 2-0, cuando el Zaragoza ya veía casi toda la faena hecha, Edu Expósito filtró un pase entre los dos centrales para que cabalgase el argentino. Embocó a la red. 2-1. El Dépor salía revitalizado del intercambio de golpes y el campo seguía inclinado hacia la portería maña.

Víctor, Carles Gil, Carlos Fernández, Krohn-Dehli... Las ocasiones se sucedían para los blanquiazules. Había fases en las que se tomaban un respiro, pero en realidad el partido era totalmente suyo. Atacaban por derecha o izquierda, también por el centro. Fede Cartabia y, sobre todo, Carles Gil estaban cada vez más cómodos. Gerard Valentín y hasta un desconcertante Dubarbier se animaban. El Zaragoza era una sombra de lo que había sido en el primer acto. Solo le salvaba la providencia.

Y con eso le bastó, aunque la Copa siempre tiene una doble lectura y más cuando se enfrentan dos candidatos al ascenso. Las matemáticas dicen que el Dépor no volverá a jugar esta competición esta temporada. Perdió, irrefutable. Las sensaciones y su rus de final de encuentro, en cambio, le dejan a muy poca distancia del Zaragoza cuando le quedan meses y meses para reconstruir y terminar de convertir en ganador un proyecto levantado desde sus cenizas.