A medias se quedó ayer el Deportivo ante el Zaragoza en el que fue su estreno en la Copa del Rey. No le alcanzó un notable segundo tiempo para remontar una desventaja de dos goles y continuar adelante en una competición poco apetecible para conjuntos que como el blanquiazul tienen puestas todas sus miras en alcanzar su objetivo final domingo a domingo.

El partido le cogió a contrapié al Deportivo casi desde el principio, víctima de la presión adelantada del Zaragoza y de un error infantil en la salida del balón. Seis minutos le bastaron al equipo local para castigar a los blanquiazules después de una pérdida de Krohn-Dehli en la frontal del área que no desaprovechó Papu para conectar un potente disparo después de quebrar a Mosquera.

Sacó el máximo partido el Zaragoza al tibio comienzo del Deportivo y a la debilidad colectiva que mostraron los jugadores de Natxo González. El mal comienzo blanquiazul alimentó la ambición de los locales, ya de por sí encendida por el regreso del que fuera su técnico la pasada temporada, que se encontró a un rival demasiado resguardado sobre su área.

No tuvo respuesta el Deportivo a la intensidad del Zaragoza en los momentos iniciales del partido y terminaría pagándolo a pesar de que con el paso de los minutos fue descifrando el guion del partido. Lo hizo a través sobre todo de Edu Expósito y Carles Gil, quizás los únicos rescatables de un primer tiempo que dejó más protagonistas en lo negativo.

El de ayer en La Romareda, por mucho que la Copa pueda resultar una competición incómoda para conjuntos alejados de la elite, representaba un compromiso atractivo para aquellos jugadores que vislumbran una temporada con menos minutos. Era una ocasión de reivindicarse para futbolistas como Dubarbier o Gerard Valentín, los más damnificados por el mal primer tiempo que firmaron los deportivistas ayer.

Su discreta actuación penalizó especialmente al conjunto de Natxo González dada la importancia de los laterales en el sistema del técnico. Ninguno de los dos aportó la verticalidad necesaria para convertir su dominio del balón en ocasiones y llegadas al área del conjunto aragonés.

El Deportivo ni siquiera disparó a puerta en una primera mitad en la que se pudo marchar al descanso con una desventaja mayor si otro disparo lejano de Papu hubiera encontrado la portería de Ortolá.

El paso por los vestuarios sirvió a los blanquiazules para mudar por completo la piel y someter al Zaragoza desde el comienzo. Los papeles se invirtieron y en la segunda mitad fueron los deportivistas los que arrancaron con mayor fuelle.

Cartabia rozó el empate después de un centro de Dubarbier en la que no consiguió dirigir su remate de cabeza. En la siguiente jugada el que acertó fue Pombo, pero en el área blanquiazul. Una buena combinación del Zaragoza permitió al delantero batir a Ortolá con un remate de cabeza que cogió a contrapié al portero deportivista.

El segundo tanto de los locales castigó el buen arranque de los blanquiazules, que sin embargo no se hundieron y enseguida respondieron para engancharse al partido y también a la eliminatoria. Un buen servicio de Edu Expósito a la espalda de la defensa dejó a Cartabia en ventaja frente al guardameta del Zaragoza. No falló el argentino y al Deportivo le quedaban alrededor de 40 minutos para tratar de completar la remontada.

La buscó con más ideas e intención que el Zaragoza una vez que el equipo consiguió acoplarse y asimilar los diez cambios introducidos por Natxo González con respecto al partido del domingo ante el Sporting. Solo repitió Krohn-Dehli, que tendría la mejor oportunidad para empatar y mandar la eliminatoria a la prórroga.

Fue en el minuto 80 con un remate que se marchó al palo, pero antes los blanquiazules habían tenido oportunidades suficientes para igualar el marcador. A pesar de la derrota, el equipo confirmó en Zaragoza que su mejor rendimiento lo ofrece a través del funcionamiento colectivo. Las individualidades son determinantes en el conjunto de Natxo, pero es a través de la propuesta del técnico como pudo seguir adelante en una Copa del Rey que se quedó a medias.