No es perder, es cómo. Hace siete años el Dépor se llevó un revolcón de mayores proporciones en Alcorcón. Aquel día el equipo coruñés fue barrido, todo salió mal, en quince minutos ya había encajado tres. Hoy los blanquiazules vuelven a salir trasquilados de Santo Domingo, quizás de una forma menos estruendosa que entonces, pero tan dolorosa o más. El grupo de Natxo deambuló los 90 minutos como un cuerpo sin alma, le faltó respuesta a todos los niveles y en todo momento dentro del terreno de juego y desde el banquillo. Al principio para imponerse, por el medio para hacer valer su supuesta superioridad técnica cuando había salido indemne del primer sofocón y al final para buscar soluciones, aunque fuesen alejadas de su guion predilecto. No lo necesitaba en A Coruña, pero Cristóbal sale reforzado de este duelo. Planteó una partida perfecta, adivinó todos los posibles movimientos de su rival. La partida fue suya. Serio aviso para el Dépor.

Natxo se tomó la derrota en Zaragoza como un accidente. Hizo como si no hubiera pasado nda agarrándose a su apuesta de hace una semana ante el Sporting. Solo se quedaba en el banquillo Krohn-Dehli y tenía su oportunidad entre los elegidos un desdibujado Fede Cartabia. Su pase a Marí en Riazor, su gol en La Romareda y su capacidad de desequilibrio pesaron. Hoy no fue lo mismo. El Dépor lo pasó mal, muy mal en la primera parte. No pudo, no le dejaron asirse al guión de partido de siempre y estuvo ahogado, a disgusto, recolocándose el traje de un encuentro que le sentaba mal. Llevaba tarde a todos los rechaces, cabeceaba. El Dépor, hasta ahora un equipo de piñón fijo, se encontraba ante un panorama desconcertante para él. Todo acentuado por el agudo problema que tiene con su salida de balón. En estos momentos, la gran asignatura pendiente.

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El Dépor pierde en Alcorcón

Cristóbal tuvo mucho mérito en todo ello. Su equipo adelantaba líneas, se afanaba en la presión, combinaba rápido y comprobaba las costuras del sistema de Natxo percutiendo, sobre todo, por la banda de Bellvis. El conjunto coruñés estaba ahogado, achicaba balones. Defendía mil saques de esquina y, sobre todo, no era capaz de combinar en condiciones cuando recuperaba. Quizás la presencia de Vicente en el centro le podría haber ayudado, pero estaba desplazado a la izquierda.

Así se empezaron a suceder las ocasiones. Dos para Juan Muñoz, Nono tuvo la suya. El goteo era constante. A veces por una mano de Dani Giménez o por falta de puntería, el equipo coruñés se acababa salvando. Pasada la media hora, sacó la cabeza y empezó a respirar. Pensó que lo peor había pasado, no era así. Una pérdida evitable de Fede Cartabia desembocó en una jugada del Alcorcón que remachó Nono a la red con la colaboración involuntaria de Pablo Marí. Cuando atistaba el descanso, el Dépor se llevó un buen trompazo. 1-0 y descanso.

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El deportivismo, ya acostumbrado a estas desconexiones, esperaba tras el descanso un Dépor diferente, que subiese líneas, que arrinconase al Alcorcón. Algo parecido a lo que ya había ocurrido en Tenerife y Zaragoza. Error. Pronto el equipo amarillo se encargó de aguantar la embestida, de meter a su rival en hielo. No le iba regalar metros. El equipo coruñés a veces se estiraba e incluso pudo marcar Diego Caballo. Aun así, el dominio no era el suyo, Dani Giménez era el mejor de los blanquiazules con dos manos salvadoras. Siempre, un mal presagio. El duelo seguía estando donde quería el Alcorcón.

Pronto Natxo quiso recuperar la media, realmente ahí estaba su problema en la salida, en la falta de claridad, en la lentitud. Iba a remolque en todas las facetas. Krohn-Dehli volvía al campo y como mediapunta. A tocar y a crecer desde ahí. Durante unos minutos pareció funcionar. Fue un espejismo. Tampoco mejoró en exceso el equipo con las entradas de Carles Gil y Christian Santos. Falla lo básico, el juego, el arranque de la jugada. Sí tuvo una muy clara el valenciano, pero el partido lo seguía dictando el Alcorcón; los hilos los manejaban Cristóbal y sus pupilos. El final fue triste y doloroso, de los que erosionan. Sin amor propio, ni un balón colgado, ni un arrebato, ni media ocasión para aprovechar una jugada aislada con el venezolano. Primer serio golpe al Dépor de Natxo.

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