El Deportivo había dejado buenas sensaciones en Riazor, las mejores desde que arrancara la temporada, pero aún le faltaba una noche como la de ayer ante el Elche, una de esas actuaciones redondas que permiten apuntalar dinámicas. Lo hizo con una goleada convincente en la que emergió Carlos Fernández como autor de un triplete y en la que sobresalió un equipo al alza.

El partido se barruntaba desigual entre uno de los máximos aspirantes al ascenso y una de las cenicientas de la categoría, pero Natxo González había avisado de las trampas que escondía el compromiso frente al Elche. El técnico deportivista posiblemente se refiriera a escenarios como el que se produjo al inicio del encuentro: a una buena oportunidad blanquiazul le seguía la respuesta de los ilicitanos en forma de contragolpe. Al Deportivo no le convenía un partido de ida y vuelta porque el intercambio de golpes podría limar la diferencia técnica existente entre uno y otro equipo; decidirlo por oportunidades tampoco era aconsejable para los deportivistas, sin demasiada efectividad en la portería contraria en este arranque de campeonato, y más sin su máximo goleador, aunque ayer lo compensó del todo.

El equipo de Natxo empleó entonces la fórmula que ya le había funcionado en su estadio ante Sporting, Granada y, en menor medida, Málaga, y se adueñó de la pelota para comenzar a inclinar el campo hacia la portería de José Juan. Las ocasiones, sin embargo, tardaron en aparecer porque el Elche entendió que al Derportivo le costaba encontrar profundidad en su juego a pesar de que monopolizaba la pelota.

Insistían los jugadores blanquiazules en las combinaciones por el centro y las triangulaciones en la frontal del área al mismo tiempo que desdeñaban las incorporaciones de los laterales. Las llegadas de David Simón y Saúl rara vez finalizaban en un centro al área por la seguridad que mostraba el entramado defensivo del Elche.

Aún así, el Deportivo era capaz de recuperar rápido el balón gracias a la presión y la cercanía de sus líneas al área rival. Prácticamente jugaban los blanquiazules en los morros de José Juan, que sin embargo los mayores apuros los pasó con un tiro lejano de Pablo Marí que tuvo que desviar a córner.

El premio a su insistencia lo encontró en un saque de esquina al primer palo lanzado por Krohn-Dehli que remató a la red Carlos Fernández. Fue el segundo gol consecutivo del sevillano y la prueba de que las ocasiones se maximizan cuanto más cerca de la portería contraria se consiga jugar. Eso suele conseguirlo el conjunto de Natxo González con sus planteamientos, siempre y cuando no se encuentre con ventaja en el marcador. Existen más dudas acerca de su desempeño cuando ya juega con el viento a favor.

Por eso no extrañó el paso atrás al comienzo de la segunda mitad, a la que se pudo llegar con igualdad después de una pifia de Carles Gil en el área de Dani Giménez que el portero arregló como pudo aliado con la fortuna.

El Deportivo se olvidó de jugar en campo contrario como había hecho en el primer acto, pero se encontró con la inspiración de un Carlos Fernández que puso el segundo con una acción brillante que a más de uno le recordó a Diego Tristán. El triplete lo firmaría tras un resbalón de José Juan en el área para redondear una noche perfecta para él y festiva para todo el conjunto deportivista.