Trujillo Suárez pitaba el final y Riazor estallaba. Daba igual que lloviese, que el Reus hubiese tenido encerrado al Depor la última media hora. Notas al pie de página de un relato mucho más complejo. De dónde viene, a dónde va. Lo importante es ese proceso que le ha llevado a darle a la vuelta a este equipo como un calcetín en tan solo unos meses, a hacerlo inexpugnable en su casa y a que esta tarde se haya colocado por primera vez líder de Segunda División. Granada, Alcorcón y Málaga le pueden hacer perder en cualquier momento esta privilegiada posición, pero esta historia es otra. Se ha metido en la pelea por subir a Primera y ha venido para quedarse y fajarse. Y eso que no fue de esos partidos que en A Coruña el grupo de Natxo ha dominado con mano de hierro. Jugó a ráfagas. Magnífico en unas, a merced en otras, incluso se llegó a deshilachar y descoser en la media. Lastrado por el cansancio y empujado por la grada y futbolistas diferenciales, no alcanzó la excelencia, tampoco le hizo falta. También hay que saber ganar en los días a contrapelo, en los que no se dominan todas las variables.

Los primeros minutos el Dépor se asemejaron a un torrente liberado. Pitó el colegido, abrieron las compuertas y el equipo coruñés buscó su sitio, la victoria de inmediato. Ni un minuto tardó en hacer diferencia. Una combinación entre Quique y Pedro Sánchez acabó remachándola, no sin suspense, Carlos Fernández a la red. 1-0. La jugada nacía en la mediapunta, en la gran apuesta de Natxo para este once. Pedro se hacía protagonista casi en frío y ganaba confianza para ser uno de los destacados en la exhibición coral que dio el Dépor en el primer cuarto de hora. Somma fue el único cambio obligado. Caballo y un cada día más entonado Edu Exposito salían a escena por decisión del técnico. El equipo fue avasallador, un ciclón. Más allá de la facilidad para combinar en ataque, gran parte del éxito en ese tramo de partido estuvo en la soberbia presión arriba realizada tras pérdida. El Reus, aunque seguía en pie, estaba casi noqueado, no sabía por dónde le venían los golpes. Pudo marcar Quique, también Carlos o Edu Expósito.

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El Deportivo se impone al Reus en Riazor

Asomaba el ecuador del primer acto y el equipo catalán pudo por fin salir de la topera. El resultado era hasta ese momento su bien más preciado y a partir de ese instante decidió sumarle juego. El Dépor aún seguía atosigador, pero entre que ya tenía rival y que estaba en la obligación física de recuperar el resuello, el duelo se fue equilibrando, la posesión también. Humilde y valiente el Reus, conjunto al que llevó Natxo a Segunda y que tiene a Bartolo como heredero. Justo de futbolistas profesionales, no se arruga ni se atrinchera. Poco a poco iba tejiendo una tela de araña con un juego parsimonioso que pretendía que el grupo coruñés acabase contagiándose de su ritmo y perdiendo el sitio. A medias lo estaba empezando conseguir. Sin ocasiones, no asustó, pero sus últimos minutos fueron un aviso de que en la segunda parte no iba a regalar nada.

Pero el Dépor no entró en su juego, no se dejó engatusar tras el descanso. El Reus subía líneas, buscaba el cuerpo a cuerpo y el equipo coruñés no lo rehuía. Se pasó de la tunda del primer acto, al intercambio y las guardias en alto del segundo. Había partido, estaba bonito. La lluvia le añadía vistosidad, un toque racial y norteño. Y en pleno combate, ganó la calidad, el equipo superior. Un centro de Vicente y un fallo de la defensa catalana habilitaron a Pedro Sánchez. 2-0. Tuvo tiempo de controlar e incrustar el balón en la parte superior del palo largo.

Al grito de presidente, presidente, Riazor rugía, él también. En plena tormenta, se despejaba el partido para los blanquiazules. El tanto refuerza a un futbolista que llegó para ser importante en una posición que no era la suya y que había desaparecido. Con sus características, hoy dio un paso al frente. Natxo también respiraba después de sentar a Carles Gil, un mediapunta diferencial. Su suplencia no había sido una decisión muy popular. Lo que se estaba viendo sobre el césped vedaba cualquier crítica.

El subidón del gol empujó al Dépor a buscar el tercero. Fueron unos minutos en los que inclinó el campo. Edu Expósito estuvo cerca, más Carlos Fernández tras una jugada de Álex y un centro de un generoso Quique. No cerró el duelo, perdió el control y empezó a sufrir. Bartolo realizó un triple cambio a falta de media hora, no se guardaba nada. Y el equipo catalán pudo empatar. Juan Domínguez, Carbonell, Mario Ortiz, Linares, Olmo... Tuvo más de media docena de ocasiones, le falló el remate, lo que cuesta dinero. Y cuando acertó volvieron a aparecer Domingos y una mano salvadora de Dani Giménez, sus ángeles de la guarda. El Dépor había desaparecido del duelo y estuvo a punto de pagarlo caro. Solo dominaba un marcador que finalmente fue inamovible. El pitido final dio tranquilidad. A respirar y disfrutar.