Los jugadores de la Unión Deportiva Las Palmas se creyeron vencedores a pesar de tener un solo gol de ventaja y el Deportivo demostró que hasta que pita el árbitro siempre hay vida. Los amarillos dispusieron de dos o tres contras en superioridad en las que no supieron sentenciar y se encontraron con el gol de Domingos cuando ya no había tiempo para nada.

Vivieron la cruz del partido, como antes le había correspondido al cuadro blanquiazul. Los coruñeses mandaron durante toda la primera mitad, pero les faltó lo que en tantos partidos, definir ante el marco contrario y tratar de sentenciar. Solo el cabezazo de Carlos Fernández que se fue al palo mostró el Deportivo durante su dominio del balón y del partido. Tenía la pelota y jugaba en campo adversario, pero... poco más.

Estaba el partido para que el rival cogiese una contra y sentenciase. Casi lo consigue en la segunda parte al aprovecharse Íñigo una cesión desde la izquierda en una jugada que nació en saque lateral. El centrocampista amarillo enganchó un disparo desde fuera del área y la pelota se coló tras golpear en el larguero de la meta de Dani Giménez. Primer disparo entre los tres palos y gol. Ya le sucedió otras veces a los deportivistas. Tuvieron que remar contra corriente por tercera vez en la temporada.

En el primer partido en el que se vieron por debajo en el marcador, Alcorcón, acabaron perdiendo; en el segundo -contra el Málaga en Riazor- pudieron igualar, y ayer la estrategia les permitió recuperar un punto cuando la bocina estaba a punto de sonar. Fue el premio a la insistencia, que no al buen juego, y el castigo a un adversario que se creía vencedor antes de que finalizase el partido.

El cabezazo de Domingos Duarte, que solo tuvo que empujar un peinado de Quique, dejó fríos a los amarillos y permitió al Deportivo recuperar un punto con el que ya casi no contaba. Un punto que reduce con respecto al líder, el Málaga, que ayer pedió en Pamplona, y que le permite dormir en puestos de ascenso directo, pendiente de lo que pueda hacer el Granada esta tarde en su visita al Zaragoza en La Romareda.