Con dos hijos y una esposa coruñesa y siete años en el Deportivo, César Martín (Oviedo, 1977) se enfrenta este sábado al partido de los equipos de su vida. Analiza los dos proyectos, lo que supone este duelo y cómo ve el futuro de ambas entidades con unas aficiones entre las que ve "muchas similitudes".

- ¿Cómo lleva esta nueva etapa en los despachos?

-Es ya mi cuarta temporada. Es mi casa, el club de mi vida. El Oviedo estuvo doce o trece años fuera del fútbol profesional, pero tengo la ilusión y la responsabilidad de que siga creciendo. Estamos asentados en Segunda, tenemos deuda cero y con el apoyo del grupo Carso la perspectiva es buena. El club es fuerte por su afición porque le apoyó en los malos momentos y ahora lo sigue haciendo. La Segunda es una categoría compleja en la que es difícil conseguir los objetivos. Vamos paso a paso.

- Si el Oviedo estuvo más de una década fuera del fútbol profesional, ¿le parecerá una broma este supuesto año en el infierno del Dépor en Segunda?

-Es diferente. Se hace raro ver a un club tan histórico como el Dépor en esta categoría, pero el Oviedo estuvo en Tercera, al borde del abismo, a unas horas de la disolución. La gente se implicó, pusimos los cimientos y, a pesar de la dificultad mayúscula, ahora estamos con ganas. Los dos son clubes para jugar en Primera División.

- ¿Viene por A Coruña?

-Suelo ir asiduamente, en cuanto puedo, pero la verdad es que ahora tengo poco tiempo libre. Sigo muy de cerca al Dépor. Estuve siete años allí, es mi segunda casa. Deportivamente es donde conseguí los mayores éxitos de mi carrera.

- Con lo que vivió, ¿se le hará raro verle en esta situación?

-Son épocas de ajustes. La deuda le condicionó, le limitó mucho. Supo bajar y volver a subir en dos ocasiones con su gente. La afición supo disfrutar de los buenos momentos y acompañar también en los malos. Yo le veo muchas similitudes con la del Oviedo. Estuvo en las épocas duras, para mí es una gente espectacular.

- ¿Cómo ve su plantilla?

-Tiene uno de los mejores equipos de la categoría. Sin duda, le ha ayudado el seguro del descenso que permite planificar con mucha mayor holgura, es un balón de oxígeno importante. Es una plantilla con muchos cambios, pero ya se le ve su rodaje. Lo tiene todo para estar arriba, es uno de los favoritos. Eso sí, siempre hay que tener en cuenta la dificultad que tiene la categoría en la que no se puede pensar a más de dos partidos vista.

- Dentro de esa Segunda con altibajos, no está el Oviedo en su mejor momento, ¿no?

-Arrancamos bien, pero hemos tenido una serie de resultados adversos. Estamos en tierra de nadie. Aun así, nadie está preocupado. Somos conscientes de las dificultades de la categoría y muchos partidos que no hemos ganado se han decidido por pequeños detalles. Hay que ir sin miedo a cualquier campo.

- En el Dépor y en el Oviedo hay feeling entre las aficiones e incluso su cercanía les empuja a ser rivales naturales. En este contexto, ¿no le extraña que lleven tres lustros sin enfrentarse?

-Parece mentira. Nuestra travesía fuera del fútbol profesional fue dura. Tenemos una masa social muy joven que nunca ha disfrutado de partidos de este estilo y es el momento de que lo hagan. Aquí la gente está con ganas, con ilusión de ir a un estadio como Riazor. El Dépor y el Oviedo merecen que este partido en Primera. Mientras tanto, es un buen momento para viajar y disfrutar. Cada uno peleará por lo suyo, pero debe ser una fiesta.

- Cuando venga este fin de semana a Riazor, no se equivocará de vestuario, ¿no?

-No, claro que no (se ríe). Ya no queda ninguno de los que jugó conmigo. Antes aún estaba Manuel (Pablo)... Tengo ganas de ir porque me tratan de maravilla.

- ¿Extraña el césped?

-Lo que se vive como futbolista es un sueño, lo más importante. Pero cada cosa tiene su momento. Para mí es un privilegio estar ahora en el Oviedo y poder ayudarle a crecer.

- ¿Qué poso le queda de su época en A Coruña?

-Son recuerdos especiales, no puedo olvidar todo lo que me pasó allí. Ganamos títulos, vivimos momentos increíbles en la Champions. Fue todo muy bonito.

- En A Coruña llegó a la selección, tuvo aquella lesión en su mejor momento, fue titular en el Centenariazo, esa acción con Deco... Un poco de todo, ¿no?

-En catorce años como profesional es normal pasar por todo, pero yo me quedo con lo bueno y no echo mucho la vista atrás para lo malo. Sí que es cierto que la final de Copa es uno de los mejores recuerdos, de los que se guardan. Fue una etapa muy bonita con la que me siento muy identificado.

- ¿No le dio pena el declive de los años siguientes?

-Un poco. Empezaron a no acompañar los resultados y ya era más imposible estar peleando entre los cuatro primeros. Pero sigue vivo por su gran masa social, en realidad es su pulmón. Creo que hay que estar bien orgullosos de lo que significa el Deportivo.