El Deportivo impuso ante el Oviedo la ley que dicta Riazor, la de un equipo intratable en su estadio que aprovechó su pegada para despachar como si nada a un rival que dejó como visitante las mejores sensaciones esta temporada en el feudo blanquiazul. La diferencia en el campo no fue tan grande como la que dictó el marcador, pero en el fútbol mandan los goles y el Dépor tiene dos delanteros a los que se les caen de los bolsillos. Hasta que marcó el primero, sin embargo, no encontró la fórmula para contrarrestar a los asturianos.

Fue un alivio el gol para los deportivistas, incómodos ante el partido que le propuso el Oviedo. El planteamiento no debió pillar por sorpresa a los jugadores blanquiazules porque ya lo había anticipado su técnico en la víspera, pero se le atragantó la presión adelantada de los asturianos y la manera en la que se ordenaron con tres centrales. Apenas tuvo presencia el conjunto de Natxo más allá del centro del campo, desordenado para desplegarse en cuanto agarraba la pelota, y tampoco estuvo fino cuando le tocó defenderse.

LaLiga 123: Resumen del Deportivo - Real Oviedo

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Torpe en las dos áreas, el partido lo descorchó Domingos a los veinte minutos tras un saque de esquina defendido de manera un tanto inocente por los futbolistas del Oviedo. Por segunda semana consecutiva el central portugués sacaba partido a la estrategia de Natxo con un remate de cabeza. Esta vez no necesitó que nadie prolongase el lanzamiento en el primer palo, sino que aprovechó el boquete que le presentaron sus compañeros en el centro para adelantar a los deportivistas.

Con el partido inclinado, sin embargo, no mejoró el panorama para el equipo blanquiazul. Las imprecisiones se mantuvieron y los problemas en la creación persistieron para desesperación de un Vicente Gómez que aparecía por todas las zonas del campo sin intervenir demasiado. No hubo entendimiento tampoco con los laterales, más tímidos que de costumbre en lo que parecía una estrategia de Natxo por taparse ante las posibles llegadas por banda del Oviedo.

No le funcionó demasiado porque el equipo perdió presencia en ataque y al mismo tiempo se defendió peor. Lo hizo porque se olvidó de la pelota durante muchos tramos del encuentro. Esa precisamente había sido la estrategia preferida de los deportivistas esta temporada para protegerse de los rivales.

Sin el balón y sin la participación capital de los laterales, los delanteros tuvieron que asumir un papel más participativo que los llevó a caer con asiduidad a las bandas en el primer tiempo. Al plan le faltó la colaboración de Carles Gil en la mediapunta y la incorporación de los mediocentros para traducir alguna de esas llegadas en peligro.

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El Dépor golea 4-0 al Oviedo

Aún así, el Oviedo apenas consiguió contabilizar ocasiones. La mejor la fabricaría el Dépor para marcharse al descanso con una ventaja mayor. La tuvo Quique en una jugada en la que partió desde la derecha y acabó soltando un latigazo en el área tras girar sobre sí mismo en las narices del defensa. Champagne desvió el disparo y mantuvo una incertidumbre que duraría hasta mediada la segunda parte.

Hasta entonces prolongó el pulso el Oviedo, que insistió en complicarle la salida de balón a los deportivistas. Le funcionó hasta que Quique puso el segundo y terminó de inclinar el encuentro. Otra llegada por banda del delantero y un disparo cruzado, esta vez con la colaboración de Champagne, le sirvieron para ampliar la ventaja.

El Oviedo, sin embargo, amagaría con reengancharse al duelo con un remate de Joselu tras un córner que se marchó a un palmo del poste derecho de Dani Giménez.

Ahí se esfumaron las opciones de los asturianos, que después se encontrarían con el aluvión de los deportivistas. Carlos Fernández pondría el tercero para coronar otra actuación sobresaliente de un delantero de esos hecho con un molde diferente. En el cuarto asistiría a Quique González para que el Deportivo terminara de imponer su ley en Riazor.