El Deportivo había conseguido esta temporada alcanzar una identidad futbolística a través de una idea de juego reconocible. La propuesta de su entrenador, Natxo González, se ha plasmado por medio de un esquema muy definido al que sin embargo se ha mirado con sospecha desde el comienzo del campeonato. El rombo del técnico había despertado recelos sobre su capacidad de adaptación a los diferentes escenarios que podrían plantearse durante los partidos. El mejor ejemplo fue el tropiezo en Alcorcón, ya demasiado lejano, pero que amagó con repetirse en Córdoba. El Deportivo evidenció en esos compromisos la ausencia de un plan alternativo cuando es el rival el que domina y se apodera de la pelota. El sábado contra el Oviedo decidió anticiparse en previsión de que fuera el Oviedo el que llevara la iniciativa y alteró por completo el rumbo que tenía marcado en Riazor.

LaLiga 123: Resumen del Deportivo - Real Oviedo

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También al contragolpe. De entrada pareció que el equipo de Natxo trataría de ordenarse una vez más a través de su trío de centrocampistas, pero enseguida quedó claro que la disposición de los asturianos con cinco defensas y tres mediocentros ahogó la zona de creación deportivista. El técnico blanquiazul viró entonces el planteamiento y sujetó a sus laterales, más pendientes a partir de ese momento de las tareas defensivas que de sumarse al ataque. La fórmula restó profundidad y obligó a los delanteros a caer a los costados para fabricar oportunidades. Costó que llegaran porque faltó que los centrocampistas acompañaran esas acciones y por las lagunas que sigue mostrando el equipo en el juego posicional, como reconocería Natxo González al finalizar el encuentro. Tuvo que ser a balón parado como empezaría a inclinar el partido.

La estrategia, clave una vez más. Domingos volvió a aprovechar un lanzamiento desde la esquina como ya hiciera una semana antes en Las Palmas. Esta vez no fue para rescatar un punto sobre la bocina, pero su tanto tuvo una importancia semejante. El gol del defensa portugués permitió afianzar el planteamiento deportivista y ampliar los espacios necesarios para que el equipo se desplegara al contragolpe. El tanto respaldó al mismo tiempo la apuesta personal del técnico en las acciones de estrategia, profusamente ensayadas a lo largo de la semana durante los entrenamientos en las instalaciones de la ciudad deportiva de Abegondo.

Riazor, inexpugnable. La victoria ante el Oviedo del sábado amplió la racha del equipo en su estadio, donde tan solo ha cedido un empate desde que arrancó el campeonato. De seis partidos disputados, ha logrado cinco triunfos. Todos fueron tan convincentes como el del sábado, lo que acrecienta la reputación de Riazor como fortín para los adversarios que deben visitar el estadio blanquiazul. Los rivales tienen que afrontar además el dilema de cómo enfrentarse al conjunto deportivista en su feudo. Si lo que plantean es ceder la iniciativa y defenderse en busca de un error, lo más probable es que pierdan como le ocurrió al Granada; si por el contrario son atrevidos y le cuestionan la pelota a los blanquiazules, pueden salir trasquilados como el Elche o a los asturianos el sábado.

Pegada y una pareja letal. El entrenador del Oviedo, Juan Antonio Anquela, terminó rendido tras el partido a la tremenda efectividad mostrada por el Deportivo. "El rival no ha perdonado en las que ha tenido", se resignó. De los seis remates blanquiazules entre los tres palos, los jugadores de Natxo acertaron en cuatro. El porcentaje es elevadísimo y corrige una tendencia que había penalizado a los blanquiazules anteriormente. De los 23 goles que suma el equipo a estas alturas de la Liga, quince de ellos llevan la firma de Quique González y Carlos Fernández. El primero es el máximo anotador de la categoría y el segundo se ha destapado como un delantero con recursos más allá del área. Entre los dos han formado una sociedad de la que se aprovecha un Deportivo con un repertorio cada vez más amplio.