Sumar sin merecerlo suele tener premio a la larga en esta Segunda División tan competitiva e igualada. Una sola derrota en catorce partidos lleva el Deportivo, aunque anoche mereció encajar la segunda, sometido por un Almería que supo llevar el partido al terreno que más le interesaba, el de la brega constante y el ritmo altísimo. Debió perder el equipo coruñés, muy inferior de principio a fin, pero salió vivo del estadio de los Juegos Mediterráneos gracias al zapatazo en la recta final de Cartabia, un futbolista que va sobrado en la categoría. Ayudó el meta René, que pudo hacer bastante más para evitar el tanto del empate, pero el golpeo es magnífico. Pura confianza del salvavidas Fede para arañar un punto cuando todo parecía perdido.

Más allá del resultado, que fue lo único positivo para el Deportivo, el encuentro de anoche alimenta las dudas sobre el comportamiento del conjunto blanquiazul lejos de Riazor. Es imposible que rinda igual fuera que en casa, pero ahora mismo parecen dos equipos diferentes. Uno dominador, fiable y protagonista; el otro, a verlas venir. Sabía lo que le esperaba en Almería pero no fue capaz de buscar un plan B con el que frenar el ímpetu de los andaluces. Incómodo con balón y sin él, estuvo siempre a merced de un rival que puso todo de su parte, mucho más que el Deportivo, para lograr los tres puntos.

Frenética primera mitad, con muchísimo ritmo e intensidad por parte del Almería. Convirtió el partido en un ida y vuelta constante, con las ideas muy claras en todo momento. Morder, robar y correr. Ese era su plan y fue efectivo para incomodar al Dépor, aunque no para generar demasiado peligro.

Al equipo coruñés le duró muy poco el balón en su poder. Apenas tres pases seguidos, casi siempre para perder la pelota lejos de la portería contraria. La presión asfixiante del Almería obligó a Dani Giménez a recurrir demasiadas veces a los pelotazos en largo pese a los intentos de Álex por bajar a recibir para armar fútbol con sentido desde atrás. Más echó de menos el Dépor a Vicente y Expósito, ambos apagados. Algo más apareció Carles Gil para tratar de asociarse con Quique y Christian. El venezolano fue el elegido de Natxo González para cubrir la baja de Carlos Fernández. Es un delantero diferente al andaluz. Ofrece otras cosas, sobre todo remate. Pocas pelotas le llegaron para finalizar. Solo un buen balón colgado desde la izquierda por su socio Saúl. A por él se elevó Christian para cabecear pero el lateral Andoni impidió un testarazo que olía a gol.

Fue la mejor aproximación del Deportivo en una primera parte de mucha brega y balones divididos, un escenario en el que no suele lucir un equipo en teoría plagado de peloteros como el coruñés. Las disputas las ganaron casi siempre los rojiblancos, muy verticales en campo contrario. No necesitaron elaborar demasiado para buscar el área contraria. Cargaron una y otra vez, el más incisivo Rioja, que superó varias veces a un David Simón superado.

Regular, tirando a mal el Deportivo, que aun así pudo adelantarse cinco minutos antes del descanso en una acción aislada, un balonazo de Dani Giménez que acabó en los pies de Carles Gil tras una pifia de la defensa andaluza. El valenciano tenía campo abierto para correr derecho hacia la meta de René pero condujo hacia fuera y se entretuvo demasiado. No mereció irse a la caseta con ventaja el equipo coruñés, a años luz de la versión dominadora y convincente que le caracteriza en Riazor.

A Natxo le horrorizó tanto la primera mitad, que no esperó nada para hacer los cambios. Reaccionó con una doble sustitución en el descanso. Mandó a la ducha a Carles Gil y Edu Expósito para apostar por Didier Moreno y Michael Krohn-Dehli en busca de un equilibrio de fuerzas que no llegó. El Almería siguió dominando y acumulando suficientes méritos como para adelantarse. Saveljich avisó con un testarazo que paró Dani Giménez, luego Rioja ganó la línea de fondo para conectar con Álvaro y poco después el coruñés Juan Carlos perdonó el 1-0 al rematar fuera de cabeza en inmejorable posición (m.68). Siete minutos después, en el 75, tras una pérdida de Didier Moreno, llegó el golazo de Narváez. Gran disparo. Imparable.

El Almería supo juntarse para defender su ventaja ante un Dépor con más balón pero igual de plano de tres cuartos de campo en adelante. Los andaluces no sufrían, estaban cómodos cuando apareció Fede para fabricar de la nada el gol del empate. A falta de fútbol, había que dar un zarpazo como fuera y el argentino se armó de valor y confianza para chutar desde muy lejos. El balón acabó haciendo un extraño y despistó a René. El 1-1 era un premio gordo para el Deportivo, que aún tuvo una más para llevarse los tres puntos. Fue en otra acción aislada, un saque en largo de Dani Giménez que Christian peinó y Quique acabó rematando fuera. Al final, un punto. Y gracias. Porque el Dépor no mereció ninguno.