"Queremos mostrar fuera esa personalidad que tenemos en casa y no tener una cara A y una cara B sino la misma en todos los partidos". El deseo de Quique González para Almería, compartido por toda la plantilla y el cuerpo técnico del Deportivo, se quedó simplemente en eso, en un anhelo que en ningún momento llegó a plasmarse sobre el césped del estadio de los Juegos Mediterráneos. Mereció perder el conjunto coruñés, que en su octava salida de la temporada ofreció un rendimiento muy pobre, más propio de un equipo sufridor que de un candidato claro al ascenso. Acabó salvando un punto y maquillando su cara B gracias a una acción aislada de Fede Cartabia. Con su golpeo seco evitó que el Dépor encajara con total merecimiento su segunda derrota liguera. De momento, solo perdió un encuentro de los catorce disputados, el de Alcorcón, y sigue enganchado a la pelea por el ascenso directo con 27 puntos, a tres del liderato. Las cuentas le salen una vez cumplido el primer tercio del campeonato, pero regresó de Almería con bastantes dudas por sus graves problemas como visitante.

El balance blanquiazul a domicilio es de dos victorias -ante Extremadura (0-1) y Nàstic (1-3)-, cinco empates -en los campos del Albacete (1-1), Tenerife (2-2), Córdoba (1-1), Las Palmas (1-1) y Almería (1-1)- y una derrota, la de Santo Domingo (1-0). Once puntos fuera, los mismos que Granada, Alcorcón y Albacete, los tres con una salida menos hasta la fecha. El botín del Dépor como visitante está a la altura de los mejores, pero el gran problema son las sensaciones. El lunes el conjunto de Natxo transmitió, sobre todo, impotencia para contrarrestar el partido frenético, incómodo y muy físico que le planteó el Almería. Nada que ver con el Deportivo dominante y fiable que en el estadio de Riazor suele someter a sus adversarios. Lejos de A Coruña es otra historia completamente diferente. No manda y ni siquiera es capaz de tener el control de los partidos. El guion lo marcan los rivales y se juega a lo que más le interesa al otro, no al Deportivo.

El lunes fue muy inferior en todo al conjunto andaluz y el primero en reconocerlo fue el técnico, Natxo González, quien nada más acabar el encuentro hizo autocrítica para asumir la responsabilidad de lo sucedido. Buscará soluciones para elevar el rendimiento a domicilio, pero antes el técnico preparará el compromiso del sábado contra Osasuna en Riazor (18.00 horas). Un rival muy complicado y al alza para calibrar la solvencia característica del Deportivo en sus compromisos en A Coruña.

Casi pleno de triunfos en casa

El pilar fundamental para cimentar el objetivo del ascenso está en casa y hasta el momento el equipo blanquiazul ha hecho de su estadio un auténtico fortín. Ante su público solo cedió un empate, frente al Málaga (1-1). Los otros cinco partidos en Riazor los ganó todos, siempre con total merecimiento y mostrándose superior al rival. Cuando no estuvo fino con el balón, como ocurrió en el último encuentro liguero en casa ante el Oviedo, el Dépor amplió su habitual repertorio ofensivo y exploró nuevos registros para hacer daño. Por ejemplo, el de correr más que nunca para aprovechar los espacios. Fue pura eficacia para transformar en gol cuatro de los seis disparos que conectó entre los tres palos de la portería asturiana.

Pese a las dos caras tan diferentes que luce el Deportivo, una radiante en Riazor y otra mucho más discreta a domicilio, está teniendo recursos suficientes para arañar puntos incluso sin merecerlo, como el lunes en Almería gracias al lejano zapatazo de Fede Cartabia. El atacante argentino es uno de los futbolistas más diferenciales de toda la Segunda División y, tras el decisivo papel que jugó en el estadio de los Juegos Mediterráneos, lo más probable es que Natxo opte por utilizarlo de inicio frente a Osasuna, otro de los más firmes candidatos a luchar por el ascenso.