Riazor se presentó esta noche lleno de charcos, pero en realidad lo que tenía debajo era un campo de minas, del que el Dépor salió indemne ante un Osasuna en línea ascendente. Supo no pisar ninguna, minimizar el fallo en un simulacro de partido de fútbol y llevarse una victoria de cuajo, que le lleva a dormir líder y a opositar, de nuevo, a una de las zonas de ascenso a Primera División. Para tumbar al equipo rojillo le llegó con el fútbol de un guía atrevido como Fede Cartabia, con un gran ejercicio de sobriedad y lectura de partido del equipo que incluyó otro gol a balón parado y con un puñado de buenas manos de Dani Giménez. El meta se corona justo el día que regresa Rubén Martínez a Riazor. El ejemplo perfecto de cómo ha cambiado todo en un Dépor que apunta alto.

En el diluvio ganaba el que menos fallase y el que mejor sortease los charcos. Atrás quedaban los matices de Osasuna en su once y la revolución de Natxo en el rombo; a la papelera mojada. El equipo coruñés, extremando lo que hizo en la segunda parte ante el Oviedo, tiró de fútbol directo. Ni toque ni transiciones, tocaba encomendarse a los balones largos, muchos de ellos lanzados por Mosquera para que Quique y Carlos obrasen el milagro. Dieron mucho trabajo a los centrales de Osasuna, pero entre la contundencia navarra y los fueras de juego, vivió Rubén relativamente tranquilo. Solo un doble remate de Quique, los saques de esquina y un disparo de Krohn-Dehli desde la frontal soliviantaron a los navarros. Sobrevían, que no es poco.

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Y también buscaban su suerte en ataque. Menos directos que el Dépor, pretendían progresar por banda o colgar balones. En esta última vía de avance contó con la colaboración coruñesa. Los blanquiazules concedieron innumerables faltas laterales y frontales que fueron bien resueltas, pero que otorgaban a su rival una opción para hincarle el diente. Tensión latente. Aun así, todo hacía indicar que no se movería el marcador y, de repente, llegó la diferencia a través del fallo. No podía ser de otra forma.

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El Dépor tumbó a Osasuna

Quique hizo un eslalom en paralelo a la línea del área mientras los defensores le salían al paso. Parecía que iba a perder el balón, pero el rebote habilitó a Fede Cartabia, el que reina en el caos, y le sirvió el gol en bandeja a Carlos, que solo tuvo que empujarlo. El Dépor celebraba y respiraba, pero no se terminaba de fiar: quedaba un mundo. El primer aviso llegó antes del descanso. Dani Giménez volvía a salvar a disparo de Unai García. Osasuna tenía la guardia alta.

Más que el mono de trabajo, el Dépor tuvo más claro aún en la segunda parte que se tenía que poner el traje de buzo. Osasuna disfrutaba de la pelota y de faltas laterales, le ponía intención para progresar tocando, pero todos sus intentos fueron en vano. Entre la sobriedad coruñesa en esas acciones y la falta de malicia visitante, el equipo dominaba sin pasar del estado de la alerta al de pánico.

En ataque a veces se animaban también los blanquiazules apoyándose en la fantasía de Carlos, la voluntariedad de Quique y sobre todo el cancherismo de Fede Cartabia. El argentino era el más metido de todos. Dio el primero, sirvió el segundo y casi hace otro con un disparo al larguero. Gran parada de Rubén Martínez, que matenía a su equipo en el encuentro cobrándose una pequeña venganza.

Y tirando del manual del buen conjunto de Segunda, el Dépor cerró el duelo a balón parado. Voló Pablo Marí y su cabezazo fue imparable. 2-0. El Dépor veía la luz entre tanta tiniebla y charco. Quedaban casi 20 minutos, el choque ya se veía de otra manera. Osasuna anunciaba que se iba a revolver y lo acabó haciendo, pero acariciaba un triunfo que puede marcar un punto de inflexión. Jagoba Arrasate metió artillería en el campo y buscaba un imposible que puedo estar cerca si el conjunto navarro no se llega a topar con Dani Giménez. Otra soberbia doble parada evitaba el 2-1 sacaba más lustre a su temporada. El Dépor hoy dormirá líder.