Segundo clasificado e invicto desde hace once jornadas, el Deportivo destaca como uno de los equipos que mejor ha sabido gestionar las expectativas frente a otros llamados a marcar el paso en la categoría. De entre los gallos de esta Segunda División, el de Natxo González es el conjunto mejor colocado superado ya el primer tercio de una temporada que se pronostica larga y disputada. Pero también hay sombras alrededor de los blanquiazules, más oscuras cuanto más lejos de Riazor le toque jugar. El domingo en el Cerro del Espino, hogar improvisado del Rayo Majadahonda, volvieron a aparecer, aunque no con la intensidad con lo que lo hicieron en Córdoba o Almería. Tampoco ante los madrileños fue quien de ganar el Deportivo, que acumula cuatro empates consecutivos a domicilio y hace dos meses que no suma un triunfo como visitante, penalizado por la falta de puntería de sus delanteros. Fue Dani Giménez bajo palos quien terminó sosteniendo al equipo y amarrando el empate que sirve para conservar la preciada plaza de ascenso directo.

El fantasma del conformismo. A pesar de que de los nueve partidos disputados hasta la fecha a domicilio el Deportivo solo ha perdido uno (ante el Alcorcón en la quinta jornada), tan solo ha sido capaz de ganar dos. No pierde pero tampoco gana, mientras se agarra a su sensacional rendimiento en Riazor y a la tan manida media inglesa, vestigio de otro tiempo. El peligro es el conformismo en el que podría incurrir el equipo ante esos números si se atiende a que hasta ahora ha visitado las plazas a priori menos exigentes y a que las sensaciones que traslada con su juego están alejadas de las que deja en Riazor.

Anfitrión contundente, visitante titubeante. El Deportivo solo ha sido capaz de mostrar su versión como local ante el Nàstic. En el resto de partidos a domicilio no ha logrado transmitir la contundencia que sí posee ante sus aficionados. El domingo ante el Rayo Majadahonda logró durante la mayor parte del partido llevar el gobierno, pero acabó desorientado ante el empuje local y unos errores de los delanteros poco comunes en los partidos más recientes.

La portería, una garantía cuando faltan los goles. Quique González, Carlos Fernández y Borja Valle no estuvieron acertados el domingo en el Cerro del Espino. Pudo haber sido peor de no ser por la actuación destacada de Dani Giménez bajo palos. El portero sostuvo al equipo y el resultado con hasta tres intervenciones de mucho mérito que agigantan su figura dentro del equipo. Solo se le recuerda un desliz al guardameta, fue en Tenerife y en una jornada ya lejana, la tercera.

El rombo ya no es inamovible. Natxo González ya adelantó contra Osasuna que el rombo no representa un dogma y el domingo en el Cerro del Espino confirmó que puede prescindir de él si el escenario lo exige. Los problemas en los que metió a su equipo el Rayo Majadahonda con la entrada de Aitor García le llevaron a colocar cinco defensas para tratar de contrarrestar el dominio de los madrileños, dueños del juego y las oportunidades en la segunda mitad.

Cambios a balón parado. El partido de domingo dejó también la confirmación de que los rivales han asimilado la manera en la que el Deportivo defiende las acciones a balón parado. El Rayo optó por ceder a la frontal en casi todas las acciones para buscar el disparo a portería. Natxo reconoció que deberán estudiar otra fórmula dado que los contrarios se han adaptado a la que implantó esta temporada.