La siesta le salió cara al Deportivo ayer ante el Numancia. Quiso ganar con poco y acabó regalando una ventaja de dos goles que supone un freno a sus aspiraciones y lo descabalga de los puestos de ascenso directo. La inercia ganadora de Riazor no fue suficiente para llevarse un partido del que los blanquiazules dimitieron por momentos. El tropiezo sirve al menos para confirmar que ni siquiera en su estadio y frente a un rival modesto se puede ganar en esta categoría sin bajarse del autobús.

El arranque del partido, sin embargo, no anticipó el desenlace final. El Deportivo regresaba a su territorio, a un Riazor incorrupto todavía desde que arrancó la temporada y que además se ha convertido en un dolor de muelas para todos los rivales. Se las ven y se las desean los contrarios para acertar con una fórmula que permita cuestionar la superioridad que demuestran los blanquiazules frente a sus aficionados. Nadie ha dado con la tecla porque a todos la manta se les ha quedado corta en un escenario en el que manda con autoridad el equipo de Natxo. Ninguno ha sabido resguardarse del frío y tanto los que han buscado taparse los pies como los que se protegieron la cabeza acabaron llevándose en algunos casos un saco de goles.

Algo parecido le ocurrió al Numancia, que de entrada buscó comprometer la salida del balón de los deportivistas presionando al trío de centrocampistas. Lo que se encontró fue un aluvión de llegadas desde la banda izquierda fabricadas entre Vicente y Saúl. Un cabezazo de Edu Expósito y un remate de primeras de Quique dentro del área fueron los avisos deportivistas antes de inaugurar el marcador.

Diez minutos bastaron para plasmar una superioridad que a partir de entonces se iría diluyendo. El tanto nació en el costado izquierdo, a partir de una cesión de Saúl que acabó a los pies de Expósito en la frontal, preciso en el disparo. El tanto, sin embargo, tuvo un efecto relajante en los deportivistas, que a partir de entonces jugaron con el piloto automático conectado. La suficiencia mostrada en Riazor también tiene una vertiente negativa que puede empujar hacia la autocomplacencia.

Eso fue precisamente lo que transmitió el juego del equipo a partir de entonces, relajado y confiado a pesar de que ya se empezaba a adivinar lo que se le vendría encima después del descanso. Las imprecisiones y errores en la toma de decisiones empezaron a monopolizar el encuentro al mismo tiempo que desaparecían las oportunidades. El conjunto de Natxo, sin embargo, encontraría el segundo tanto en un golpe de fortuna.

Borja Valle, de nuevo titular tras su lesión y la sanción de cuatro partidos que se le impuso por la expulsión en Córdoba, aprovechó un regalo de Diamanka para ampliar la ventaja deportivista antes del descanso. Parecía que la ley de Riazor se mantendría para los deportivistas, pero el Numancia aún tenía mucho que decir en un partido al que se reenganchó con un movimiento de su entrenador.

López Garai colocó a Oyarzun y planteó un encuentro a tumba abierta que se le atragantó a los blanquiazules. No disfrutan en ese escenario los jugadores de Natxo González, refractario a los partidos de ida y vuelta. La sensación es que al técnico le cuesta salirse del patrón que prepara de manera metódica durante la semana y adaptarse al guion de cada compromiso. Y eso que ayer volvió a modificar el esquema como había hecho en los dos compromisos anteriores.

Cuando lo hizo, el Numancia ya había reducido distancia en el marcador con un tanto de Unai Medina a centro del propio Oyarzun. No le funcionó, porque con Álex en el campo en lugar de Mosquera el Deportivo perdió todavía más el gobierno y se encontró a merced de unos cambios de orientación que lo descolocaban sin que el coruñés ni ninguno de los otros dos centrocampistas pusiera orden.

Tampoco atacaron mejor los blanquiazules, aunque Bóveda rozó el tercero tras un pase magnífico de Carles Gil y una cesión de Quique. Lo que llegó fue el empate de los visitantes gracias a una nueva asistencia de Oyarzun.

Esta vez los centrocampistas descuidaron las ayudas en la banda derecha y Dani Giménez no midió bien el centro que terminó rematando Diamanka en el segundo palo para castigar a los deportivistas, que suman su segundo empate consecutivo y ven frenadas sus aspiraciones en la cabeza de la clasificación.