El Deportivo derrochó personalidad y madurez, lo que le faltó ante el Numancia, para acabar ganando sin sufrir ante un Zaragoza que le plantó cara en la primera mitad y luego se vio superado en la segunda (3-1). Los cuatro goles, todos a balón parado, llegaron antes del descanso para desatascar un encuentro en el que el Dépor empezó espeso, con dudas y muchos problemas para armar fútbol en los primeros 45 minutos, para acabarlo con solvencia en un segundo acto notable en el que supo defender con la pelota y no dio opciones al rival.

Sorprendió Natxo de salida con tres titulares inesperados: Bóveda, que mantuvo su puesto en el lateral derecho pese a la recuperación de David Simón; Álex, repescado pese al crecimiento de Mosquera; y sobre todo Pedro Sánchez, por delante de Carles Gil y Fede Cartabia en las preferencias del técnico para este encuentro especial para los dos, tanto para Pedro como para Natxo por su pasado en las filas blanquillas. Lucas Alcaraz plantó una defensa de cinco hombres, incluido el recién fichado Guitián, para tratar de contener el vendaval ofensivo tan característico del Deportivo en sus partidos de Riazor. Venía el Dépor de someter al Numancia en el arranque para luego dejarse ir y acabar empatando. Un "tropiecillo", según Natxo González, que era necesario enterrar para espantar cualquier mínima duda y consolidar al estadio coruñés como uno de los grandes fortines de la categoría. El premio de la victoria era mayúsculo, nada más y nada menos que volver a puestos de ascenso directo, solo por detrás del Granada, que solventó con apuros su compromiso ante el Oviedo.

Como casi siempre que tiene la oportunidad de dar un paso al frente en la tabla, al Dépor le costó muchísimo entrar en el partido. Empezó muy incómodo, con muchos problemas para sacar el balón jugado desde atrás. El Zaragoza, bien plantado, obligó al equipo coruñés a recurrir demasiadas veces a pelotazos para aproximarse al área visitante. No le ayudó al Deportivo el estado del terreno de juego, irregular sobre todo en la zona ancha, ni tampoco la escasa movilidad de Pedro. Se incrustó entre Valle y Quique, como un tercer delantero, y apenas entró en juego. Solo apareció a balón parado, para servir sendos goles a Borja, primero, y a Domingos, después. Muy mal la defensa del Zaragoza, sorprendida por el balón al espacio y el movimiento de Valle, que partió desde posición antirreglamentaria. No perdonó el berciano para firmar el 1-0 y poner el partido de cara para los coruñeses sin merecerlo.

Era lo que necesitaba el Dépor, un gol para crecer y ganar en calma y confianza con la pelota, pero la alegría y la tranquilidad le duró cinco minutos, los que transcurrieron hasta el penalti por mano de Vicente. Faltó contundencia para despejar el balón y la acción acabó con la pena máxima transformada por Javi Ros. Tras el 1-1 Natxo reaccionó mandando a Vicente retrasar su posición y caer a banda para tratar de desatascar la salida de balón. No funcionó esa maniobra, porque el Dépor siguió amasando la pelota con muy poca fluidez y sin profundidad, prácticamente ninguna.

Tan espeso estaba el equipo coruñés, que daba la sensación de que el 2-1 solo podía llegar en otra acción a balón parado. Así fue en el 30, otra falta en las proximidades del área que Pedro colgó esta vez en busca de algún cabeceador. Domingos, desde posición dudosa, se impuso por alto para volver a poner al Dépor con ventaja en el marcador. El resultado era lo mejor, lo único bueno para los blanquiazules, a años luz de ser ese equipo solvente y dominante que en Riazor suele arrinconar a sus rivales mandando con autoridad y generando numerosas ocasiones. Anoche fue otro Dépor, mucho más discreto pero eficaz a balón parado.

El 2-1 era un tesoro para irse al descanso y tratar de buscar una mejor versión tras la reanudación, pero justo antes del intermedio el equipo coruñés se encontró con el 3-1, de nuevo a balón parado, esta vez un penalti sin discusión por un empujón claro de Lasure sobre Edu Expósito. Desde los once metros Quique se reencontró con el gol tras cuatro jornadas de sequía para poner el encuentro todavía más de cara. Dos tantos de renta al descanso, como el día del Numancia.

El Dépor reanudó el choque mucho mejor que en la jornada anterior tras pasar por la caseta. No se metió atrás sino que trató de defender con la pelota, cuanto más lejos de la portería de Dani, mejor, sin renunciar a un cuarto gol con el que dejar el partido sentenciado. Bóveda, que decidió tarde y mal en una de sus escasas internadas en el área, perdonó el 4-1, que acarició poco después Borja Valle con un lanzamiento lejano que se marchó fuera por poco. Definitivamente, era otro Dépor, sin miedo y mucho más preciso con la pelota. Todos quisieron mimarla, el primero Dani Giménez, de nuevo arriesgando casi al límite para no tener que rifar el balón. El Zaragoza quiso pero no pudo. Dos zapatazos lejanos, uno de Gual y otro de Igbekeme, fueron su mejor producción ofensiva. No peligró el 3-1, con el que el Dépor toma impulso, de nuevo en zona de ascenso directo.