La lluvia no enfrió al Carranza la última vez que el Deportivo lo visitó en partido oficial, hace ya doce años. Bajo un diluvio compitió el equipo coruñés aquel 23 de abril de 2006 con un once que mezclaba la veteranía de futbolistas consagrados, como José Francisco Molina o Enrique Romero, con la juventud y el desparpajo de nuevos talentos que asomaban la cabeza en la elite. Entre ellos, Iago Iglesias, autor del único gol blanquiazul en aquella última visita al campo gaditano, un tanto "especial" que el canterano nunca olvidará. "Lo tengo guardado para toda la vida. Eso ya no hay nadie que me lo quite", afirma orgulloso el exfutbolista coruñés.

Conquistó Cádiz marcando a la salida de un córner muy pronto, en el minuto 8, pero su felicidad no fue completa porque el argentino Lucas Lobos anotó el 1-1 definitivo en la recta final (m.83), también en otra acción a balón parado, tras un libre indirecto al borde del área pequeña por una discutida cesión de Manuel Pablo a Molina. Después el Dépor volvió a visitar Cádiz en el emblemático Trofeo Ramón de Carranza, pero nunca en un duelo de carácter oficial. Lo hará el sábado, en Segunda, doce años después de aquel episodio de 2006 en Primera División.

Era el décimo partido de Iago con el primer equipo del Deportivo a las órdenes de Joaquín Caparrós, en cuyo laboratorio se gestó la fórmula del 0-1. "Se ensayó toda la semana -recuerda el coruñés- y de esa manera, lanzando Víctor el córner y rematando yo, con un aclarado que hacía Coloccini y un bloqueo de varios centrales. Salió perfecto". No fue un duelo brillante ni espectacular, pero sí de mucha brega y atípico por varios motivos, desde la lluvia torrencial hasta la puesta en escena, con el Dépor de blanquiazul y pantalón blanco para no coincidir con el calzón azul del conjunto gaditano: "Era un partido de dos equipos resultadistas. Jugábamos fuera, en un campo encharcado, y fue un encuentro raro y muy bronco, de los que se suelen decidir en jugadas a balón parado, como así fue".

Una tarde inolvidable para Iago, no solo por su gol, sino también por el ambientazo. "Salimos a calentar y estaba lleno, y lloviendo. No me pasó en ningún otro campo de Primera. Al llegar había ambiente fuera, porque en Cádiz se vive el fútbol de otra manera, pero es que tengo el recuerdo de salir a calentar y ver todo lleno de paraguas y gente por todas la gradas. Lleno completo. A rebosar", relata el canterano blanquiazul, que rescata una anécdota protagonizada por Coloccini en el calentamiento: "Se cayó en un resbalón y todo el estadio riéndose de él. Notas que la gente está encima, que no va a comer pipas mientras calientas. Ese partido me encantó. Me gustó muchísimo".

Sesma, inesperado admirador

El Carranza le brindó otra sorpresa después del encuentro, cuando Iago ya estaba en la ducha. Lo vinieron a llamar al vestuario. Alguien le estaba esperando en la puerta: "Era Jonathan Sesma, que quería mi camiseta. Se la di y él me dio la suya, y yo encantado, porque es un jugadorazo". No esperaba que un futbolista rival se fijara en un chaval de la cantera del Dépor recién llegado al primer equipo. Además de Sesma, solo hubo otro adversario que quiso tener la camiseta de Iago. Nada más y nada menos que Sergio Ramos, "pero después de que yo le pidiera la suya", explica entre risas.

Acababa de cumplir 22 años cuando marcó aquel gol en Cádiz, uno de los cuatro que celebró en las dos campañas que compitió en Primera con el Deportivo. Luego jugó en el Elche, Valencia Mestalla, Montañeros y Racing de Ferrol, el club de la ciudad en la que reside actualmente junto a su mujer y sus dos hijos. Ahora, con 34 años, el fútbol forma parte del pasado. "Sigo al Dépor mucho menos de lo que me gustaría. Con dos críos y el trabajo, tengo poco tiempo", argumenta Iago Iglesias, promotor de ventas de Estrella Galicia en la zona de Ferrol. "Creo que va a subir, estoy convencidísimo. Está siguiendo una línea clara, sin titubear. Tiene una buena plantilla, amplia y nivelada. No debería tener problemas", analiza con optimismo, pero al mismo tiempo cargado de prudencia porque "no podemos pensar que un equipo en Segunda vaya a ser un rodillo sobre los demás, y menos cuando vienes de Primera y todos los rivales tienen la alerta de que eres un cabeza de león y todos te quieren batir".

"Yo creo que el Dépor lo está haciendo bien. Tiene una idea clara de juego y eso es lo que más me está convenciendo. La Segunda es una categoría muy diferente a la Primera. Yo jugué en las dos, es verdad que con equipos distintos, pero los contextos no tienen nada que ver. El mérito del Deportivo del año pasado a este es la capacidad de adaptación. Creo que se ha adaptado bien a la categoría, ha cambiado la idea y ha sido realista con la situación", celebra Iago, quien de todas maneras detecta en el Deportivo una década después de su salida "parcelas de la gestión deportiva que de aquella no me gustaban y que siguen estando".