Bendecido en Riazor y maldito a domicilio, el Deportivo no encuentra la manera de ganar lejos de su estadio esta temporada. Contra el Cádiz ayer en el Ramón de Carranza despidió el año con un tropiezo que lo deja fuera de los puestos de ascenso directo y con el que encadena cinco partidos consecutivos sin ganar como visitante. Son ya tres meses, desde que a finales de septiembre se impusiera al Nàstic en Tarragona, sin cantar victoria lejos de Riazor y eso se deja notar también en la clasificación. El Cádiz, hasta no hace mucho a una galaxia en la tabla, está ahora a tres puntos de distancia gracias a un triunfo contundente ante los blanquiazules, zarandeados al final en el marcador.

Era la segunda salida a priori comprometida para los deportivistas después de la de Las Palmas y acabaron dejando una imagen bastante pobre, sin demasiadas alternativas en un juego marcado por el planteamiento inicial de Natxo González, que prescindió de entrada de su célebre rombo para colocar a Domingos, Pablo Marí y Somma en defensa.

La apariencia era que Natxo buscaba protegerse de la velocidad del Cádiz y como antídoto decidió colocar el trío de centrales. El técnico se blindaba así ante la posibilidad de que llevar la iniciativa le penalizase y el partido derivase hacia el descontrol que representa su mayor temor. No hubo así contragolpes de los gaditanos, que no pudieron explotar su recurso ofensivo más habitual, pero el Deportivo tampoco estuvo fino en las entregas y las transiciones.

Los errores se multiplicaron y ni siquiera los tres centrales sirvieron de garantía. Una mala cesión hacia la defensa de Álex Bergantiños se convirtió en una asistencia para Jairo, que se coló en el área aprovechándose de la tibia oposición de Somma. El italiano consintió un centro a la desesperada que convirtió en oro Lekic llegando desde atrás. Tampoco estuvo fino Pablo Marí para despejar el servicio y el serbio se le adelantó con claridad para poner en ventaja al Cádiz al borde del cuarto de hora.

De todos los escenarios posibles, quizá ese era el menos amable para los deportivistas, que a partir de entonces tendrían que asumir mayores riesgos y quedar a merced de los contragolpes gaditanos.

Era de esperar que a partir del gol el Cádiz cediera la iniciativa y así fue. El conjunto de Natxo, sin embargo, se adaptó bien al partido que se le presentó a partir de entonces. Tuvo oportunidades de sobra para empatar antes del descanso, aunque sin demasiada continuidad en el juego. Aún así, Borja Valle tuvo una buena ocasión después de un servicio de Caballo que el delantero desperdició. Tampoco acertó Edu Expósito con un disparo a bocajarro que despejó como pudo Cifuentes al borde del descanso.

Al Deportivo le quedaba todo el segundo tiempo para tratar de corregir su discreta dinámica a domicilio, pero abundó en los errores que ya había mostrado en el primero. El Cádiz le cedió todavía más la pelota, pero los blanquiazules no encontraron vías claras para aprovecharlo. No atacó bien en estático cuando los locales se hicieron un ovillo en su campo ni tampoco fueron capaces de darle profundidad al juego con las llegadas de los laterales, convertidos prácticamente en dos atacantes más durante la segunda mitad.

Ni Caballo ni David Simón aportaron las soluciones necesarias para crear superioridades. Además ninguno de los dos estuvo acertado con los centros. Al conjunto de Natxo le quedaba el recurso del balón parado que tantos frutos le ha dado en las últimas jornadas. La tuvo Domingos en segunda jugada después de un saque de esquina, pero el defensa portugués no orientó bien el remate de cabeza dentro del área.

Tampoco el recurso del banquillo le dio resultado a los deportivistas. Cartabia no funcionó esta vez como revulsivo y el Cádiz se fue encontrando cada vez más cómodo ante la propuesta a la desesperada de los blanquiazules. Un bote en el centro del campo traicionaría a la defensa en el segundo tanto de los locales, que sentenciarían en el añadido con un tercer gol quizá excesivo para el cómputo global del partido. El resultado, sin embargo, debería servir de aviso para un equipo que ayer aspiraba a ser líder y se marchó trasquilado de Cádiz.