Tres derrotas en media Liga son pocas, encajan en las cuentas para el ascenso, pero el Deportivo genera dudas, muchísimas. No juega a nada, se ha vuelto previsible, cada vez más fácil de frenar por sus rivales. Ayer fue el Mallorca el que le generó muchos problemas, sobre todo en una segunda parte en la que el conjunto balear fue mucho más valiente y vertical, lo suficiente como para amarrar los tres puntos. El Dépor encadena tres jornadas sin marcar y solo ha ganado un partido de los últimos seis. Malos números y peores sensaciones por la imagen gris y la impotencia de un equipo al que últimamente le cuesta mucho armar fútbol y fuera de casa es una auténtica calamidad.

La noche empezó torcida para el Deportivo, con la inesperada baja de última hora de Carlos Fernández por lesión. Natxo había ensayado durante la semana con el andaluz incrustado entre Quique González y Borja Valle en busca de más pólvora con la que acabar con la sequía goleadora de las anteriores dos jornadas. El plan era formar de inicio con los tres delanteros a la vez, pero sin Carlos el técnico echó mano de Fede Cartabia para jugar a la espalda de los dos puntas. Una solución natural, lógica, nada sorprendente, al contrario que la suplencia de Edu Expósito. El catalán venía de ser el mejor del Dépor en las últimas semanas, el único capaz de iluminar algo al equipo de medio campo en adelante. Sin embargo, Natxo optó por dejar al exfabrilista en el banquillo para repescar a Vicente Gómez y dar continuidad en el once a Álex y Krohn-Dehli. Llamativa la nueva titularidad del danés, como también la de Eneko Bóveda en el lateral derecho.

El partido empezó al ritmo que más le interesaba al Mallorca, con el Dépor con muchas dificultades para combinar en la zona de creación. Los baleares buscaron amplitud y profundidad sobre todo por la banda del lateral derecho Sastre, muy participativo. Incluso se atrevió a acabar él mismo alguna jugada. Menos se estiraron los laterales visitantes, Bóveda y Saúl. El cántabro ganó un par de veces la línea de fondo para centrar con peligro. Insuficiente bagaje ofensivo del Deportivo para decantar el encuentro a su favor.

Poco a poco el equipo coruñés fue teniendo más la pelota, pero volvió a tener muchos problemas para generar oportunidades. Quique y Valle estuvieron muy desasistidos pese a sus continuos desmarques. Los dos bajaron a recibir para dar continuidad al juego. La tuvo el Dépor a medida que fueron pasando los minutos. Obligó al Mallorca a dar un paso atrás y acumular mucha gente al borde del área, sin que los baleares sufrieran demasiado para mantener su portería imbatida.

Al Dépor le faltaba desborde, desequilibrio, último pase... Detalles que se le presuponen a futbolistas como Cartabia, que solo apareció a cuentagotas. Solo destellos del argentino, casi siempre demasiado lejos de la portería de Reina. Tampoco Vicente, otra de las novedades en el once, marcó diferencias. Muy plano el grancanario, como todo el equipo.

Nada mejoró tras el descanso. Al contrario. El Mallorca creció y se lo empezó a creer ante un Dépor empequeñecido por el mayor empuje balear. Sastre estuvo a punto de marcar nada más comenzar el segundo acto, con un disparo desviado por Marí que acabó en el poste. La respuesta, aislada, la firmó Domingos, cómo no, tras una acción a balón parado. Su cabezazo acabó en las manos de Reina, que atajó la pelota sin excesivos apuros.

El Mallorca siguió volcando el campo hacia el área coruñesa, llegando arriba cada vez con más insistencia hasta que encontró el premio del gol. Fue en una gran acción personal de Lago Junior. Galopó veloz con el balón entre cuatro futbolistas blanquiazules sin que ninguno fuera capaz de detenerlo y culminó la acción con un zapatazo imparable a la escuadra. Nada pudo hacer Dani Giménez, que anteriormente había salvado al conjunto visitante con un par de buenas intervenciones.

Faltaba menos de un cuarto de hora para el final, poco tiempo que el Dépor no supo aprovechar para generar peligro. El Mallorca se juntó más que nunca y dejó que el equipo coruñés tuviera la pelota lejos de la portería balear. Mucho balón y pocas ideas para superar líneas rivales. Solo Saúl, con una volea desde lejos, inquietó a Reina. Poco más dio de sí la tímida ofensiva visitante, únicamente para forzar algún saque de esquina en busca del milagro. Y casi llega en el 91, tras un córner que Christian intentó cabecear y Raíllo acabó enviando involuntariamente hacia su larguero.

No mereció sumar el Dépor, que prolonga su bajón para cruzar el ecuador liguero en su peor momento de la temporada. Ni juega, ni marca, ni suma. Esa es al realidad ahora mismo. Necesita mejorar, reinventarse para explorar nuevas vías ofensivas que le permitan reencontrar la fluidez que sí tuvo hace meses, sobre todo en Riazor, el estadio que el Albacete visitará el próximo domingo. Buena oportunidad para levantarse y superar el bache.