Un partido con muchas vidas, con mil estados. El Dépor llevaba cuatro meses sin ganar fuera de casa y para resolver esa situación paranormal que vivía, no iba a redimirse, precisamente, en un choque cualquiera. Dos años después el equipo coruñés vuelve a asaltar El Molinón. Entonces le sirvió para allanar el camino de la salvación, ahora espera que el duelo marque un cambio de tendencia, sobre todo, a comicilio. Para culminar una tarde feliz antes tuvo que lucir pegada, achicar agua en gran parte del partido y finalmente dar un clinic en la segunda parte de defensa con la pelota ante un Sporting primero arrollador y después agotado y rendido. En las aguas turbulentas de Gijón, el Dépor volvió a nadar como nadie (1-2) y ya acecha la zona de ascenso de directo.

LaLiga 123: Los goles del Sporting - Deportivo (1-2)

LaLiga 123: Los goles del Sporting - Deportivo (1-2)

Al deportivista que le hubiesen dicho hace tres meses que su equipo iba a salir por decisión de su entrenador a un partido sin el rombo y con Quique y Carlos Fernández en el banquillo, seguro que no se lo habría creído. Hasta ese punto ha ido llegando ese cambio gradual en el grupo ideado Natxo para su equipo. En realidad, en el inicio del duelo hubo poco espacio para los matices, para el cálculo. el primer cuarto de hora fue lo más parecido a un ciclón que pudo llevarse por delante a cualquiera de sus protagonistas. Intenso, visceral, humano. Lleno de vida, de fallos. Una joya para el espectador, un dolor de cabeza para los técnicos. Todo gracias a un equipo local que, empujado por su grada, decidió tomar el enfrentamiento por asalto. El Dépor, casi siempre encomendado al mascado juego de posesión, no rehuyó el choque y, sobre todo, se agarró a su pegada. Minuto 6 y ya ganaba. Por respeto y ante su estadio hace unos meses, Álex se tapaba por la boca justo cuando acababa de hablar en el campo. 0-1. Cabezazo a la red tras una peinada de Borja Valle. La primera bofetada tirando de laboratorio.

Pero el Sporting puso el pecho. Intensificó el asedio, mientras al Dépor no le importaba atraerlo a su área para superarlo con el balón jugado desde atrás. Pocas veces lo consiguió. Y en un incomprensible fallo de Pablo Marí, el renacido y dañino Djurjevic se impuso a Domingos. 1-1. Contador a cero en el minuto 12. Teórico respiro. No fue así. Un fallo asturiano lanzó una contra blanquiazul a tumba abierta hacia la portería de Mariño. Pudo ser Borja Valle. O Fede Cartabia. Finalmente Christian Santos, un rematador puro, sacó a relucir la fama que le precede para poner el 1-2. Solo un cuarto de hora, toda una vida.

Si hubiera sido por las pretensiones rojiblancas, el ritmo no habría decrecido a partir de entonces. Pero hubo veda en las porterías en el resto del primer acto. El Dépor sufría porque no imponía su fútbol, su media estaba en busca y captura. Sin noticias de Edu ni Vicente, mendigaba por un balón. Aún así, el equipo aguantaba los arreones locales. Era un día para fajarse, para barrer, para agachar el culo al defender, como dicen los jugadores del baloncesto. A curtirse. Mientras hacía trabajo de zapa y defensa del fuerte, de vez en cuando se estiraba. A nada estuvo Christian Santos de hacer el 1-3 en una volea tras centro de David Simón en una contra. Hacía daño el equipo coruñés cuando superaba las primeras líneas de presión de los rojiblancos. El problema es que casi nunca lo hacía.

El Sporting, tras el descanso, deseaba que casi nada cambiase, solo el gol. Su idea era no dejar de atacar, de apretar. Ese era el plan, pero ya no le daba el pulmón. La grada quería más, ellos no podían. El Dépor, sin la pelota, siguió sufriendo, pero ya de otra manera. Jugaba con fuego y también respiraba, cada vez metiendo más aire en los pulmones. A punto estuvo de marcar Cristian Salvador con todo a favor al cuarto de hora. Salvaban los blanquiazules una nueva bola de partido justo cuando el guión del encuentro estaba a punto de pegar un volantazo.

Poco a poco a los locales les empezó a pesar el cansancio y la falta de ideas y éxito. Natxo movió el banquillo y recurrió a un casi olvidado Didier Moreno, que cuajó su mejor partido desde que es blanquiazul. Recorrió kilómetros, tuvo espacio para tocar con calma y fue creciendo con la pelota. Complementó de un Álex, que en su antigua casa fue el mejor en la media. Vicente solo creció a partir del ecuador del segundo acto cuando el equipo coruñes empezó a tocar y a defender de maravilla con la pelota. La entrada de Carlos Fernández también ayudó a que el circuito funcionase. Para alivio de una grada que vivía al borde de la taquicardia, por momentos, se vio un rondo en El Molinón. El Dépor ha progresado en las últimas semanas en ese aspecto de su juego, en la defensa con balón. Este paso adelante, en un escenario de los que impone, debería ser definitivo para reafirmar la confianza en el modelo, en las condiciones de un grupo con infinidad de posibles.

Al Sporting no le quedaron ni las medidas desesperadas ni los balones colgados al área con el aliento de la grada en el cogote de los coruñeses. Pulido Santana, trencilla algo casero, se empeñó en darle emoción regalando alguna falta en la frontal en el descuento. Nada. Hoy la fiesta se iba a vivir en la carretera. Esos más de mil deportivistas que fueron a Gijón tendrán hoy por fin un feliz viaje de vuelta. Lo que debería ser una costumbre pra un equipo que lucha por subir es casi una excepción. Ojalá este duelo suponga la primera de muchas alegrías de este tipo. Mientras tanto, a disfrutarlo.