Al Deportivo se le escurrió ayer la oportunidad de colocarse líder de manera provisional de una forma inesperada, en un partido en el que se quedó a cero en goles y casi en cuanto a ocasiones. Las mejores las tuvo en el tramo final, pero las desperdició todas un Quique gafado al que hasta no hace mucho se le caían los tantos de los bolsillos y que ahora no marca ni con regalos del portero, como en la última jugada de un partido discreto de los deportivistas y en el que la reacción llegó tarde.

Enseguida el partido derivó en una lucha por la pelota entre dos equipos que no suelen renunciar a ella. Ninguno hizo tampoco ayer. El Tenerife, fiel a la propuesta del exentrenador blanquiazul José Luis Oltra entendió que el balón representaba la mejor forma de contrarrestar al Deportivo, de nuevo ordenado a través del esquema que Natxo González estrenó ante el Sporting la semana pasada. El dibujo volvió a prescindir del mediapunta, esta vez sin Cartabia por esas precauciones que condicionan todas las jornadas al argentino para no comprometer su estado físico. Su lugar lo ocupó en la banda derecha Quique González, más acostumbrado al esquema anterior de su técnico, que tendría que introducir más novedades en la alineación con respecto al encuentro en Gijón.

No estaba tampoco Vicente Gómez, sancionado, así que se había un hueco en el centro del campo que acabó ocupando Didier Moreno, decisivo en El Molinón como bombona de oxígeno para sostener el resultado. Su papel no fue el que suele desempeñar el canario, así que Edu Expósito tuvo que multiplicarse para colaborar en las ayudas y al mismo tiempo ofrecerse prácticamente como un mediapunta para ocupar los espacios que quedaban libres por el pasillo central cuando el juego deportivista se volcaba por los costados con Quique y Borja Valle.

Así llegaron las acciones de ataque más claras en una primera parte en la que no abundaron las ocasiones. La mejor la tuvo el Tenerife casi al comienzo después de un remate de cabeza que rechazó Dani Giménez. Al Deportivo le llegaron en una cabalgada de Edu en la que no terminó encontrando a Christian y en una combinación que acabó a los pies de Quique dentro del área. El delantero, sin embargo, no terminaría de rematar en una posición privilegiada y confirmó el gafe que lo persigue desde finales del año pasado. El vallisoletano se escurrió y con él la posibilidad del Dépor de marcharse al descanso con ventaja.

Necesitaría algo más en la segunda parte para inclinar a su favor un partido que no terminó de dominar en el primer acto. Al Deportivo le costó interpretar los tiempos que propuso el Tenerife, que alternó la presión alta para entorpecer la salida de balón blanquiazul, con un repliegue que hizo ineficaces las incorporaciones por los costados. Pocas veces pudieron crear superioridades David Simón, Quique, Caballo y Borja Valle. El más perjudicado fue un Christian Santos que apenas intervino. Lo hizo en los muchos lanzamientos en largo de Dani Giménez, insistente ayer en un recurso que apenas había utilizado a lo largo del campeonato.

Tampoco funcionó la fórmula que había explotado el equipo ante el Sporting, que por momentos prescindió del centro del campo en cuanto conseguía superar la primera línea de presión para aprovechar la velocidad de Borja Valle o Cartabia. Sin el argentino se perdió parte de esa profundidad y Christian no pudo ejercer como lanzadera.

El Deportivo se quedó así sin mordiente, a la espera de un escenario más propicio. No lo encontró al comienzo de la segunda parte aunque ganó presencia en campo contrario. Con el paso de los minutos, sin embargo, aumentaron las prisas y con ello las opciones para un Tenerife que para entonces ya buscaba los contragolpes.

Natxo González interpretó en ese instante que lo que necesitaba el equipo era mayor atrevimiento y una pizca de desborde, así que colocó en el campo a un Fede Cartabia al que probablemente había reservado para un escenario como ese. Quique pasó a la punta del ataque, pero al Deportivo ya le costaba funcionar como conjunto y tendía a partirse en cada transición. Al técnico aún le quedaba el comodín del recién llegado Nahuel Leiva y lo utilizó en cuanto el margen de maniobra empezó a agotarse.

Diez minutos tenía por delante el equipo para lograr un tanto que le permitiese alcanzar el liderato de manera provisional y ocasiones no le faltaron, quizás las más claras de todo el partido.

Llegaron en los pies de un Quique que primero no ajustó bien un disparo casi en paralelo a la portería y que después, en la última jugada del partido, no tuvo los reflejos que a principio de temporada le sobraban para embocar el rechace de Dani Hernández a disparo de falta de Cartabia. Frustrado se marchó el delantero, igual que el resto del equipo en un partido señalado para adelantar posiciones en la tabla clasificatoria.